viernes, 25 de junio de 2010

JUNIO


Imagen aportada por Fran


Por Correveidile

Al mes siguiente se le dijo Junio, en honor de los mancebos, cuando empieza a verdear la sementera. Las plantas han ido tomando virtud durante todo el año, a la par que los días crecían hasta llegar al solsticio de verano –a poquito de cumplir el mes su mitad, en que el sol parece ser por un instante quedarse quieto –tal como lo detuvo Josué para poder dar paso a sus tropas antes de que anocheciera, siendo el día más largo del año, la noche se empezara a venir y la ves como arrinconada.



Y a partir de ahí las horas de luz decrecen y las plantas se enjugan y recogen, la serpiente pierde su piel y se vuelve ciega hasta la remota Primavera, en que restriega sus ojos con el hinojo y ve luego. De ahí también que sea del vulgo en que las hierbas cogidas de la mañana de San Juan tienen más virtud, por haber florecido en el apogeo astral; y que “riña por San Juan, paz para todo el año.”
El vencejo –el que duerme en vuelo, que emigró para invernar en tierras cálidas, ha vuelto ya donde solía, la algarabía de pájaros descontentos que anidan en los magnolios de la Gran Vía al atardecer, el aire plagado de semilla de los plátanos de sombra, que allí les dicen manilos, la noche de San Juan en llamas, la dulzura de vivir.
La misma raíz de la palabra Junio dice relación a lo que es joven, a la fugitiva tiranía de la lozanía, que es como humo de pajas por lo poco que dura, que “el mozo y el gallo, un año”; después le sigue el largo crespúsculo de los dioses. Al igual que el que pone la rosa segada en un vaso con agua, que sabe que, al tercer día, ni es rosa ni es nada; como un tacho de jazmín nevado que guarda su frescura sólo unas horas, desde que el sol se pone hasta que amaga la unánime noche, que se marchita y se te queda entre las manos.


Y no creo que fuera por azar el que, un 14 de Junio, al mediodía, abriera los ojos por primera vez. Después, vino la vida a enlodarlo todo. Que sólo tres días gozarás de esta luz y, al tercero te recibirá la muerte.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Dos personas muy amadas, una nace el 14 y la otra muere el mismo dia, Sigue las secuelas , como decia mi madre, una se engendra en la misma hora q otra fallece, dandole paso a esa vida.Son historietas q cuesta asimilarlas, pero realidades... como flor madura en el estio.
Besos maria dolores.
Con más calma, te doy otra respuesta, màs acorde.

Anónimo dijo...

Preciosa descripción de ese mes que parece abrir a la plenitud de la vida, del los placeres carnales que produce el estío y de todo lo que la luz ilumina en una reverescencia que aplaca oculta la negritud de los nubarrones pretéritos.

Es la solaz del presente, y eso se inicia con ese mes adorado por los clásicos.

Un abrazo Correvidile.

Para ti, Fran, mi mano y mi beso

Bolboreta

Fran dijo...

Ya con esa respuesta, María Dolores, que tendrá mañana Correveidile, y las que él os contesta que desde atrás andan por ahí metidas, sabrá de esas historias que cuentas.

Un beso mío.

Fran dijo...

Antes de irme unos días fuera, Bolboreta, estoy seguro que, Correveidile, notará de tus palabras esa luz y esa reverescencia.

¿Sabes cuántas veces lee él los comentarios? Varias veces, hasta casi aprendérselas. Lo hace con todas las palabras.

Un beso y una mano que no suelto, mía.

Anónimo dijo...

Me alegra mucho poder acercarme,un poco tímida, a la palabra y el sentir de Correveidile.

La verdad es que es un placer leerle porque es capaz de aproximarnos a su sentimiento. Igual que tú, Fran.

Un abrazo para ambos.

Bolboreta