martes, 1 de diciembre de 2009

Un día intacto



Lo he dicho muchas veces, necesito esa hora de la mañana en que siento todavía el día intacto, una propiedad adquirida al instante de acercarme al café y al libro. Así le llama Muñoz Molina -con quien ando enviciado en un millar de páginas- al día, y mejor al libro: “un viaje y una morada para la que tal vez no hay sustitutos” Que nadie pretenda cambiármelo, además de ser el momento en que me siento más limpio, casi tan nítido como el propio día, sin nadie. Entonces he de pensar sólo en bondad y admiración.

Yo traigo dentro demasiados años una lucha interna propia, donde se coló hasta la del cuerpo, que hace demasiado daño y que ya se aproxima al momento del silencio. Tengo que apartar, pues, cualquier cosa que le reste al día su capacidad, su integridad. Me quiero dedicar a mirar y admirar, a dejar ileso el tacto, que ninguna realidad me reste sueño, que los poemas que llevo aprendidos y escritos desde niño tengan la capacidad y el sonido que siempre llevan dentro. El poema es lo único que puede ser perfecto, el poema es el deseo porque la poesía puede ser la mejor vía para andar más sereno por la vida.



A eso me voy a dedicar, pues, a esa búsqueda sin que sea importante la ayuda ajena: para ser bueno me basto solo, para torcer los acontecimientos también yo mismo y luego echarle la culpa a la vida. Es siempre una empresa difícil: este ajetreo que aporta la red en donde soy capaz de escribir un correo para devolverle la sensualidad a una mujer; de dejarle desde la palabra, sin mirarla, un rastro de ternura en los ojos; de preguntar cada vez por el amor para provocar la espera, los celos y el deseo; de dibujar para mi propio ocio inquieto la imagen estática de ese amor que nunca pierde fuerza; de llenar territorios desconocidos por habitar y una vez dentro quedarme con el asombro, desde abajo que puede ser futuro, hasta arriba para cruzar los labios con una enorme caricia como una lluvia de oro detenida y difícil.


Día intacto para hacer luego con él lo que más me plazca. Ya he dejado dos horas después el libro, su memoria, su lectura como una hembra abierta. Me digo a mí mismo, nadie me lo quita, voy a darle la forma que me satisfaga por lo menos a las horas suficientes para que en cada una de ellas, el día tenga destino, pudor, que me vengan, que las sienta cerca las palabras para explicarlo luego. Ese día es mi único asilo, me he apropiado de él, del roce de su piel para obtener el resultado apetecido.


No estoy diciendo nada simple, un día entero para uno sin que finjas pasado ni te importe el futuro, que éste sea inmediato, desde que abres la puerta y te cruzas con alguien. Te van a salir nuevos hasta los gestos, las mentiras viejas que más te convengan y cuando hables sientas propia e inevitable la calentura verbal.

Contaré si es preciso aunque las lágrimas persistan qué hice mal cada vez, cual fue la desdicha y por qué existió sin que yo la buscara. Pero desde el día lleno, íntegro. No debe importarle a quien me vea la comisura de mis labios vencidas por la edad, los besos quebradizos pero propios. Es mi herencia, mi esencia, soy ese mismo que os cuenta cada vez lo que piensa y hoy ha sido el sueño de tener ese día intacto de que hablaba Muñoz Molina y hasta soy capaz cada vez de salir de esa morada, de ese cobijo para tener aventura, para llenar todo el día.


No conozco el tedio, ni el ocio del aburrimiento, lo que sea vengo y lo cuento, busco los reflejos de las más de doscientas imágenes que miro en el ordenador cada vez. Ayer con Photoshop, desde las de un fotógrafo que había hecho cien fotos del mismo momento, ese hermoso pastor alemán que miraba y dejaba de mirar a la chica, una veces con los ojos cerrados, otras abiertos. Del escote enseñaba lo suficiente, el arranque (no os habéis dado cuenta las propias mujeres que el escote lo mejor que tiene es su aviso, su indiferencia, su reclamo desesperado de belleza y a la vez, lo mejor, su exigencia). Al final de la fotografía cambié la postura del perro, le exigí que mirara a la mujer, a ella no le toqué los ojos, incitaban a sentarse a su lado, a mirarla, sólo mirarla.


Pero en cambio de su boca sí que cambié los labios, casi como si tuviera en mis manos su propio lápiz facial con un tono de saturación y diferencia, y la dejé natural, como llamándome, era parte –dos horas más o menos me costó este trabajo- del empleo del día voluntario, para seguir luego haciendo que siguiera siendo pulcro, intacto, mío.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy es un día que no diré nada. Tanto en cuento se me confunde con otras personas, creo que no merece la pena que le ponga voluntad.

Besos,
María

Fran dijo...

Eres muy libre María, de comentar o no mi post. Efectivamenmte una vez me confundí con tu nombre de solo María con otro compuesto, pedí disculpas y por lo tanto por mi parte, tampoco digo más.

Besos

Fran dijo...

Compruebo, María, en el último post mi olvido a un comentario tuyo. Creo que en ya muchísimas ocasiones ha existido siempre un manifiesto afecto.

Me reitero en mi disculpa y lo dejo a tu voluntad comentar algo o no. Por mi cabeza ha pasado en ocasiones no colgar contestaciones, sino que el contenido no es personal, por supuesto, sino que está en el propio post su final, pero no lo hago y se me pasa cuentas de un olvido.

Este es un sitio libre y hermoso. Tu presencia así lo ha sido siempre.

Tendré de nuevo en cuenta esa idea. Y así que comente y escriba quién quiera como ocurre en muchísimos blogs de la red. Lo mío casi es inusual.

Besos

Dol dijo...

Intacto, no pasa un solo día intacto, querido Fran .
Cuando cae la noche estamos más destrozados, con alguna que otra agujeta y la sensación de no haber hecho todo lo posible por un mejor futuro.
Pero siempre se te puede leer y eso reconforta.
Un beso.

Anónimo dijo...

No tiene importancia, Fran querido, supongo que andarías disperso en mil y una lectura.

El previlegio es mío disfrutar de tus hermosos post.

Con inmenso cariño,

María

Fran dijo...

Es verdad, mi querida Reyes, pasa el día y se nos va dañando, nos vamos deteriorando, pero no te olvides que enseguida viene otro igualmente intacto.

Un beso así

Fran dijo...

María, luego de tantos años ya que nos conocemos y hemos repartido cariño, sabes que soy el mismo.

Un beso

Anónimo dijo...

Para mi leerte apreciado Fran es.....un sentimiento que llevo dentro desde hace muchos años.Te leo casi todos los días,aunque no puedo contestar por una operación en la mano derecha y lo estoy pasando muy mal.
Tu taller,me conforta,me llena de vida, ilusiones perdidas,las vuelvo a encontrar.
Gracias Fran por tus letras y a todos los que te responden.Para todos mi cordial saludo y afecto.
Ana

Fran dijo...

Cuanto siento, Ana, lo que me dices, y cuánto te echo de menos. Deseo que tu mano no te haga sufrir demasiado, aunque conozco tu entereza y tu valor.

Todo el cariño de mis palabras de este post de mi taller hoy son para ti, exclusivamente.

Un beso enorme

Anónimo dijo...

Muchos amaneceres,me traen sensaciones distintas a los sueños, pero no dejo por ello de pensar al acostarme , quisiera q amaneciera ya, pensando q aun quedo cosas por hacer , disfrutar o simplemente recapacitar si valio la pena, cada dia q pasa es un paso màs a un encuentro,y ya no vale la pena hacer cuentas, las matematicas se cansan de hacer numeros, cuando en realidad ya no es un camino por recorrer, solo una vereda, q sin permiso acaba, luchamos por un bienestar, al menos el fisico, asi los dias son màs alegres, no quisiera olvidar lo imborrable,y sì esperar q nos de tiempo el dia, las horas , para abarcar lo necesitamos......amar y ser comprensivo, con la gran sonrisa en los labios.
He tardado unos dias en contestarte, lei la pagina, pero los invitados no me dan lugar a entrar y dedicarte estos segundo, perdona, no es olvido.
Besos maria dolores.