jueves, 10 de diciembre de 2009

La nobleza del entusiasmo


He echado en falta muchas veces el verdadero entusiasmo, el gusto, el vicio por lo que haces o por lo que quieres hacer. Pero es que para eso hace falta una enorme nobleza, no pasar por la vida de paso, ni con glorias ni con lo que pueden ser errores, da lo mismo. Quiero entusiasmarme de verdad o dejarlo estar, ahondar en la vergüenza y el error, que me produzca esa especie de entelequia que es el arrepentimiento, pero lo suficientemente poderoso para no dejarme vivir ni dormir.


Hace días contaba mi entusiasmo por una extensa novela de Muñoz Molina, que como a él mismo le digo he leído lenta y profundamente, de seguido, ojala hubiera podido ser de un tirón. Libro que viene a continuación: “El mundo después del cumpleaños” de Lionel Shriver, una periodista y escritora norteamericana, de besos increíblemente brillantes, interminables, diferentes. Por eso siempre cuando escribo jamás me quedo tibio, o tengo vergüenza luego o me viene lucidez.


No vayamos por la vida, nada más que por la vida, aunque sea en un tranvía lento y viejo y las arrugas y los pasos me delaten, voy a dar el engaño, voy a enamorar hasta enamorarme; y a la inversa me creeré el engaño ajeno, decidido pero con el paso más inocente con que pueda andar por la vida. Buscaré como tantas veces la obscenidad con el recurso mínimo del escándalo que aportan las palabras, pero pasivo a ver qué pasa, no lo estuve, no lo estaré.


Ya sé que el entusiasmo trae muchas veces decepción y tristeza pero la transformaré a base de caricias. Nos hemos preguntado cada momento ¿por qué es todo tan difícil? Porque debe de serlo, porque arranca así lo mejor propio: historias de amor que incluyen necesariamente amor, siempre hay una vida ajena que produce el delirio blanco de los celos, aunque suframos con ellos, dejémoslos como un símbolo, un desierto de emociones, una incapacidad de tener miedo.


Entusiasmo es la extraña sospecha de la emoción, de lo imprevisto; entusiasmo es no poder llorar más y llorar luego, una llamada pidiendo o dando protección, una búsqueda de todos los frentes habituales y de todas las web por descubrir. Hoy me lo ha producido, en una pequeña llave de memoria de 4 Gb donde conservaba escritos de hace años, una extrañeza de cómo fui capaz de explicarle a una mujer el hermoso animal que suponía y la cima obscena de salud y belleza, del suspiro de su blusa de encaje desabrochada hasta lo impensable.


Fui capaz de sentir un rato para entusiasmarme a solas a falta de motivos de entusiasmo, desgastado, casi hasta la perfección. Me noté inspirado para poder escribir algún día sobre el amor exacto e infinito de los tristes, de las cosas pequeñas que nos esperan cada día, de las sílabas que hacen palabra y verbo, de los propios rincones del entusiasmo.


Me casaría eternamente con él, lo amaría para siempre, no lo dejaría al borde de la vida jamás, estoy seguro que me enseñaría la nobleza que entraña la postura idónea de un abrazo.

10 comentarios:

Dol dijo...

Creí que estaba cansada , pero no pude dormir.
Me levanté a beber de los blogs y encontré esta glosa acerca de entusiasmos intocables.
Un bello texto para el vacío de un insomnio que arrastra ya demasiadas lunas.
Besos, Fran .

Anónimo dijo...

Tus palabras soñadas, Fran querido, recreadas en el recogimiento de los libros es un verdadero aprendizaje. Desear aunque sea de forma efímera de día o cuando muere la noche es una invitación a los sentidos para hacer de ello sueño, palabra y beso.

María

Fran dijo...

La bebida nocturna de los blogs, querida Reyes, no es el mejor remedio para el insomnio aunque vengas a mis palabras y sepas muy bien los que es un entusiasmo intocable.

Que te pille la próxima luna durmiendo.

Besos

Fran dijo...

María querida, junto a estas palabra soñadas que sabes en tus respuestas siempre, darle un tono y un estilo sentido tuyo, cuando nombro aquí una llave de memoria abierta con textos ya antiguuos, hay precisamente muchos de ellos en el Aleph que eran para ti.

Como estas y recuerdo y beso

Anónimo dijo...

Lo sé mi querido Lectoreterno, palabras guardadas, palabras admiradas y sentidas. Tiempo evocado con ternura. Estoy bien, serena, tranquila, dejándome mecer por el devenir de la vida.¿Y tú cómo estás?

Un beso de ida y vuelta

María

Fran dijo...

Todas, todas esas palabras están guardadas como una obligación a necesitarlas siempre.

Me satisface tu serenidad, a mí mientras me quede tiempo de lectura y escritura, es mi mejor postura ante la vida.

Beso de recuerdo

Anónimo dijo...

El verdadero entusiasmo, eso
es todo, el vicio por vivir
con el deleite que presupone
el deseo, y el logro, que es
lo más importante.
Enamorar hasta enamorarse,
o creerse el engaño, no
importa.
Enamorarse, nada comparable,
y yo, que vivo perennemente enamorada. bebo de tus
palabras, me cuelo, me cobijo,
me deleito en ellas.
Y me invento las caricias o
las intuyo, sin tocarse, pero
están allí, siempre allí,
porque tú así lo sugieres
y así las imagino, como un
roce a contrapelo, delicioso
y sensual.
Besos

Fran dijo...

Pues de eso vivo, del vicio de vivir, de enamorarme, de las caricias, dadas o intuidas como recibidas.

Besos

Anónimo dijo...

En tu cabeza, en tu corazón, en tu ánimo, en ese verbo que te caracteriza y te hace único, en la forma de poner música a tus palabras que cuelgas en petagramas de vivencias, en todo eso siempre está el entusiasmo de un ser excepcional que lo vuelca todo en este universo, a veces irreal, otras tan sincero, como es tu blog.

Te admiré desde el primer momento que te conocí, luego te quise y te quiero como ese hombre especial que se ha quedado en una parcela de mi corazón para siempre.

Un beso, queridísimo Fran.

Bolboreta

Fran dijo...

Tú has provocado, Bolboreta, mi entusiasmo desde que crucé contigo las mejores mil palabras que se pueden enhebrar.

Tú dices que me admiraste y me quisiste y me quieres. Yo tengo escrito muchas veces en este blog que la mitad es tuya, que jamás en mi vida querré a nadie como te quiero a ti.

Que se de por supuesto el pasado cuando el presente me lo haces temblar tú.

Dime la parcela donde estoy y podremos hacer una única y hermosa, más que parcela, residencia de los sentimientos.

Mi beso mientras viva.

Fran