domingo, 8 de noviembre de 2009

Sin preámbulos


Soy hostil al concepto de aperitivo, de preparación, como si fuera una manera de reparar antes el “dèja-vù” de después. Cada momento que siento, que explico, es vaciar la memoria ya, encogerse como algo usado o lavado muchas veces. Sin más preámbulos, como en el film “New Yory, New Yory, yo te amo”, donde ella sale del restaurante, con la misma misión que el hombre que encuentra a su lado, fumarse la prohibición, le pregunta”¿has hecho el amor con una desconocida? Tiene la audacia de pensar eso, imprevisible, porque luego cuando vuelva a la mesa con su marido él no se dará cuenta que bajo de su vestido no lleva ropa interior.


Las cosas sin tiempo previo, una declinación recitada por en medio, ni un esquema ortodoxo, como haciendo el amor –ya que estamos en ello- con una mujer pensando en otra. Ni hasta sabiendo bien en cual. Y al terminar habrá que lavarse los dientes con un cepillo viejo. Esa posible indecencia es como una incertidumbre –sin ávidos ya- parecido a la duda que tenemos con el tiempo si creemos en algo o ya no lo hacemos.


Para hacer el amor, para poderle responder con la verdad a ese personaje de película de Nueva York, habría que decir simplemente que lo único que hace falta es el deseo, notar que va a haber físico por todas partes. No hará falta antes ni la conversación, ni la copa ni el cigarrillo. Dos ojos quietos pueden ser suficientes. Y resulta conveniente tener poco tiempo para hacer el amor lentamente. Es la hermosa contradicción de la habilidad y la hermosura, o quizá sino la memoria fotográfica, instantánea, que traemos, la desnudez de hace un momento. La cortedad de tiempo viene a ser como un principio del placer saciado y lleno desde antes, dictando así la vida siempre.


Y si se trata de escribir, habrá que hacerlo con lengua eterna, ni la interpretación ni el paso del tiempo nos va a cambiar la intención de las palabras. Hoy me traje de botín mañanero, ese al que os invité -y bien que tengo en mano la aceptación de Bolboreta- una persistencia al vaciarme. Me lo voy a creer yo todo tanto que empezaré por un ejemplo con el que he conseguido vencer el estrés de tantos días: ese lenguaje html de mi página web de literatura a la que le he tenido que cambiarle la contraseña porque los piratas informáticas querían robarme el dominio. A alguien le escuché por la tele un símil perfecto: si te roban el dominio, es como si te roban la casa o el negocio, vas a entrar un día y los ocupas ya tienen su derecho sentado y firme ante un juez.


Pues como os digo, me lo creo todo esta mañana. Me tomaré, con un aperitivo cierto de cerveza y compañía –imaginaros la cordialidad, que hasta la dueña del bar, la Voll Dam doble malta, siempre me la pone llamándome cariño y de alguna manera apoyando su mano en mi brazo. Porque le he trasmitido esa creencia, escribiendo no me gustan ni los preámbulos; sino llegar en todo tan a tiempo antes que haya llegado nadie: las obscenidades al momento; las culpabilidades propias ya no existen porque no creo en el pasado y solamente están allí. En cambio sí, en las maravillas del presente: que un coche ande, que me mire insistentemente una mujer, que la última novela de Landero la compré el primero ayer por la mañana, que decir te quiero sea el chantaje más perfecto, que me quedé con la paciencia infinita del libro abierto, el temor del desencanto luego.


La cita pendiente ya no es cita, ni previo anuncio en los pedestales: es directamente sincronizar intenciones, idea, captación, la hermosura de una axila que aún recuerdo, sin recovecos, todo lo más los que hicieran los besos. Desde ahí brotó todo enseguida, libre de terminaciones nerviosas.


Sin ese prólogo que me asusta, he pensado, que no sé lo que espero de la vida. No sólo cómo habrá que hacer el último equipaje, sino estos de ahora cumplirlos a su debido tiempo. De verdad en esos momentos que todos tenemos, solos, llenos de gente, no sé qué haré para ser lo más endeble posible, ajustado a mis caderas, pero con lo más hermoso que me quede, con todas las calorías, hasta si es preciso a veces imprudente, con las sensaciones que siempre tuve, jamás leves, todas hondas y llenas.
Voy a vivir hasta que me quede, una especie de vida de famosos, me leeréis en los papeles más tiernos de la tierra; miraré todos los escotes, los de todas las categorías existentes, me quedaré dentro de la vida lo mismo que si fuera una mujer. Lleva razón Levé antes de suicidarse a los 42 años, cuando escribe: “Tardo menos en penetrar a un mujer que en salirme de ella.” Bromeabas con la muerte y espero tu libro “Suicidio” que dejaste con las galeradas terminadas.


Me quedaré a ratos, leyendo, escribiendo, para asomarme a cualquier cita que me traiga la vida, en mi sitio permanente, dispuesto siempre, sin aviso previo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Vivir en el recuerdo del cuerpo, recordar profundamente lo bello. Tender la mano y sentirlo todo cálido, suave y lleno. Vivir sin preámbulo el gozo descubierto de un guiño, otra cerveza, y lumbre en el cigarrillo.

Con arrebato,

María

Anónimo dijo...

Los recuerdos son a veces dañinos, q esperar de ellos? si pasaron sin dejar rastro hermoso, si lujuria y un espacio de soledad, el instante es este, el q nos hace el amor, sin pedir permiso, sin intentar traspasar la barrera de lo impune, de lo q fuè y no volverà. Es la vida misma, la q sin tregua abanza y va dejando el rastro no dando tregua al cuerpo, no dejando recuperarse de esos dias q poco a poco acaban terminando en silencios... el silencio del previsto encuentro, el daño q jamàs entiende el porq lo hace, el egoismo latente , primero yo, despues el q quiera arriegar los sentimientos.
No hay etapa q cueste superarla.caminemos pues, con la idea q todo se cumplio y aun queda un trecho sin medida q trazarà el resto de nuestras vidas.
Disfruta Fram, yo con una copa de vino y la tapa reglamentaria de estos lares.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Cuando escribes ya no sé qué hacer con tu arrebato. ¡Arrebatártelo! Porque ya has visto que recuerdo siempre lo bueno, la incidencia y lo cálido que hubo.

Como el beso

Fran dijo...

Sin permiso, María Dolores, yo no te lo pediría, y comocerías la ciudad, cualquier punto de encuentro, el bar oportuno.

Es muy cierto, la vida no me da tregua al cuerpo, creo que no se lo debe dar a nadie. Los daños de que hablas los tiene cada uno. Ya los resuelve.

Un beso

Anónimo dijo...

Fran, querido, me alegra ver que crece esa fuerza en cada relato, y que nos sepa transmitir con ese estilo tan suyo, esas escenas tan sugerentes, no encuentro la palabra, yo le llamaría libres, aunque la libertad y la felicidad es algo que tiene muchas formas de interpretarse.
Se es libre si se cree que se es, se es feliz si nosotros mismos somos capaces de serlo, no podemos esperar que nadie nos haga feliz, o nos traiga la libertad. Fran, en la realidad y ahora que no nos escucha nadie ajjaja somos nosotros mismos, o lo que los demás esperan de nosotros? Esta noche me he salido de su testo.
Eso no quiere decir que me haya perdido, lo encuentro mejor que nunca, han vuelto esas axilas, esa mano, esa, su vida, o caprichos del corazón? Iba a escribir otra sonrisa pero sé que no queda bien, también de su tolerancia para mis respuestas, para conmigo.

Un beso, Fran, un beso y mi cariño

Fran dijo...

Sí, hoy he vuelto a un tono que en el fondo siempre tengo, la sensualidad, la libertad de expresión -signo de toda libertad- los momentos de felicidad.

No ha retornado nada especial, el respeto con que se fue sigue existiendo, queda sólo la mano y el recuerdo de esas axilas.

Sabrás entenderlo.

Gracias por tus respuestas. Las echaba de menos. Este es el mejor sitio.

Mi beso y mi cariño también

June dijo...

Así me gusta verte , expectante con los ojos bien abiertos .
Me ha encantado eso del aperitivo .
Tú eres más de banquetes , generoso en todos los sentidos.
Besos de un hada solitaria .

Anónimo dijo...

Fran, mi comentario se quedaba
allí, sin atreverse a salir,
algo tímido y hoy, que te intuyo
más tú, más como eras antes,
como cuando tus palabras estaban
tan llenas de esa sensualidad,
sin amargura, libre, algo cruda
a veces, pero que me turbaron,
desde el principio.
Eres tú, Fran, otra vez...

Fran dijo...

Pues mira, tengo debilidad por las hadas y en pleno banquete les pido todos mis sueños y le hago una hermosa compañía.

Tú tienes que ser un hada preciosa.

Me abrazo a ver si me cae algo

Fran dijo...

Nadie debe contener el comentario sano y libre. Sencual lo soy y lo seré siempre. es una cuestión de piel, vamos, por si no me entiendes, de que te toquen la piel y tú corresponder.

¿Ése es el Fran que quieres?

Un beso, lo tendrás