lunes, 16 de noviembre de 2009

ME PINTO PARA EL PLACER

Ya dije una vez que me he sentido muchas veces como un poeta sin versos, un poeta de intenciones, en litigio con el lenguaje pero dispuesto siempre a buscar en el fondo el rumor, las maneras del placer. Que no me busquen en la desdicha, que cuando venga la callaré, será un viaje que no tenga relato y si tampoco destino, mejor me lo ponéis. Irá todo viniendo a menos, ya lo sé, pues yo durante el momento que puedo le otorgo dosis positivas añadidas a la vida, propio sitio: en la boca ociosa dispuesta siempre para el deleite; en el sobrante del amor diario, como dice la poeta Erika Martínez a “pezón desorientado”; errante –como perdido- a falta de una matriz que me oriente cada vez, o “encender las velas de mi boca” en palabras, éstas, de la Vaccaro.

No lo sabéis, yo también como Fernández Malo, tengo un proyecto, os cuento: escribiendo, la mejor metáfora –no la que más me acerque a la realidad-, sino la que produzca ruido a los besos y risa luego; el milagro de las cosas sencillas y que dure lo que dure el día, no hacerlo más largo de lo debido, me bastan los que prolongan la mañana antes de que llegue el vacío de la tarde antes que la vaya notando perdida.

Me he prohibido de viejo las malas noticias, precisamente porque mi decoración no me lo permite, prefiero los sueños que llevan emparamentados los sexos libres, que me cuentan que están libres. Tiene todo que ver con el placer, con una calidad de vida que se la otorga uno mismo en un ordenador portátil que no debe leer nadie; incluso lo inevitable en el prodigioso film “Despedidas” que hasta te convence de la belleza de la muerte, no estropea tu propia decoración placentera, hay un lavado después, una pintura en los labios, una belleza en las cejas depiladas que te hacen asombrarte, hasta pensar en ponerte en primer lugar y ser tú el protagonista.

Pero viviré lo bastante para decíroslo más veces, me salva la decadencia, la mujer que deviene en mujer con insistencia, su profecía que para mí será siempre repetición, lentitud y deseo; hay una espera, un olor luego, una mentira que me creo siempre que me la transmitan sus manos cuando señalan las estrellas, sus territorios escondidos, ¡hallarlos!, caer rendido, explorar lo que ni encontramos, dejarlo por no tener ya palabras. Esas llegaron antes, esas son mi salvación, mi mejor expresión.
Es mi ventaja, lo digo bien claro, decorado para el placer, no me cuentan los años, sino las intenciones, las veces que supe explicar lo que fueron mis fascinaciones porque las sentí antes. Es ventaja también la literatura que ahora leo, las novelas que más me creo, suelen no tener más de treinta años quienes las escribieron. Si alguien me escoge un libro siempre me dice, este es lascivo pero prometedor como el final de la mujer que miraste, de espaldas a la vida al irse, pero presente en esa mirada propia que llevaba caricias destinadas.

Conservarme, pues, el placer, me pinto adrede, tengo dependencia –alguna hay que tener- mecanismos para no extinguir nunca los sentimientos. Si no puedo, exploro los cuerpos con palabras, se puede hasta ir más lento y más satisfactorio que con los labios. No me explico esta vocación para el placer, pero es que no suele haberla para lo que más ansiamos tenerla. La voy a dejar ahí, sin que se caiga y si cayese la recogeré cuantas veces haga falta aunque acabe rendido pero sin competencia.

Es mi verdad y mi ficción, es mi escritura de las tardes antes de que se haga tarde; es vestirse para el placer y tener placer; es como el instante que puede ser un reclamo abrasante pero que lo vengo haciendo durar como un privilegio, un gesto parecido a una felicidad definitiva. Me sacia así la vida, se me hace impensable e inagotable, es un compromiso de futuro sin tener casi futuro, ¡qué más da! Tengo presente que es como una forma de no perder nunca la decoración que hemos adquirido.

La mía ya la sabéis; es el placer: tener vértigo a veces, fuego en la piel, como un nudo de sensaciones secretas, un vaivén. El solitario es narrable, el de fusión escapa, aunque pienses mientras, que unos labios succionen en los mástiles oscuros de los senos y que alguien aprieta y levanta luego el vuelo sin destino.

Queda la palabra, como la sombra que siempre deja el placer.

10 comentarios:

June dijo...

Y a lo mejor ése es nuestro único sentido .
El placer nos pone otros nombres y hasta puede regalarnos otras vidas.
Lo que pasa , y no entiendo por qué , es que al igual que la emoción o la suerte, no siempre acude a la llamada .
Dicen que es fácil de obtner, pero yo no lo creo; uno puede esforzarse por sentirlo tratando inútilmente de abrir el pecho , las puertas, las neuronas o lo que sea , y lo que entra no es lo que pensamos.
Debe ser que no se elige , sino que nos elige él a nosotros.
Y hablando de placeres, tu prosa , uno de ellos.
Abrazos.

Anónimo dijo...

El cigarrillo enmarañando el humo, un güisqui en perenigración por la garganta como única respuesta a la sed. Con voz apretada Fran querido. Mucha música, mucha poesía, retazos de besos, placeres añejos para estrenar el invierno. Me obligo no por quehacer instalarme en la pereza que se adereza de pálidos insomnios, tendencia a la melancolía, vivir entre paredes adoquinadas de libros, con el verso siempre, ir al ritmo como en los labios más urgentes que abandonan la prisa dos besos después. Otro sorbo de güisqui y un vestigio de cigarrillo en la mano.

Entre tu sensualidad y la añoranza.
Un beso,

María

Fran dijo...

June, tienes un verso que es siempre una respuesta. Es cierto lo que dices, el placer se nos escapa muchas veces y no nos trae la suerte. Pero teniendo el verso que tienes y su precisión, te eligirán las letras, es preciso.

Juntaría muy a gusto tus poemas y mis respuestas a la vida, una de ellas, pintarse para el placer.

Un beso

Anónimo dijo...

Así te he imaginado siempre, en
busca del placer, ese divino
sentimiento que acompaña nuestra
vida, si podemos sentirlo.
El placer se manifiesta en la piel,
con el sólo roce o la mirada que
te acaricia. El placer llega en
la voz que te susurra, o en el
poema, la carta apasionada de
aquel que te escribe,
que sólo tú sabes entender...
Yo lo comprendo, porque no puedo
concebir la vida, sin sentirlo,
sin saber de su deleite, de su
maravilloso fuego o dulzura.
Sí, hay que pintarse para el placer,
hay que estar listos para su
disfrute total o todo se
volvería yermo, sin él.
Un beso, desde el anonimato y la
lejanía. Recíbelo o descártalo.

Fran dijo...

María querida, me imaginas muy bien porque sabes de mí, de mis debilidades. Y yo me uno a esa bella descripción que haces, con el mismo ritmo, con la prisa o sin ella de esos dos besos que añoras y que añoro.

Sellemos así las sensualidad de tus palabras.

Fran dijo...

Nunca he descartado un beso dado desde el sentimiento, busque el camino que busque, tendrá eco. Cuando además hay pacer en el envío.

Anónimo dijo...

Recorri caminos, y el final no està a mi alcance, q me queda? una pregunta azarosa q me hace tomar color en las mejillas, y aunq me mire al espejo no me saca de dudas,siempre està la insensatez de esos pensamientos indecisos q aun pasando los años no termino de entender el porq esas dudas q asaltan sin querer los momentos menos esperados, y con el espejo ante el lavabo, q nos refleja la incapacidad de entender el porq de esos momentos, si ya el calendario dio las fechas y año, sin un retorno,si la intenciòn de el dia q vea completa mi decoraciòn.... malo, malo, señal de q la vista empieza alterar el color y se pierda la ilusiòn de cambiar la vida tras la situaciòn q nos lo solicita.no quiero pensar q llegue ese dia... cuando los caminos esperan nuestro paso. Ingenuamente es una dicha vivir asi.sin bajar el telòn.
Besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Fran, querido, con un ojillo abierto y el otro cerrado, he llegado hasta ese final, que tanto me agrada y como siempre, el placer es nuestro, ese juego de palabra nos hace volver y creo, que aunque no soy de pintarme, a partir de ahora lo pensaré.

Un besote con mucho cariño

Ley.

Fran dijo...

Jamás lo bajes el telón, María Dolores, yo ni tengo. Y mírate bien en el espejo, estoy seguro que hay belleza y tinte en tu rostro, de los momentos pasados y de los que te quedan por venir.

Tu decoración siempre será incompleta porque tienes una belleza propia pendiente de mirar.

Besos

Fran dijo...

Píntate, Ley, pero pintate bien aunque sea mirando solo con un ojo abierto. Tienes mucho pendiente y te llegará con buen color si cabe.

Como este beso