jueves, 19 de noviembre de 2009

El mejor núcleo de mi ser



Lo he dicho varias veces, la vida además de degradar, desgasta, pero buscando es posible hallar, el núcleo del ser que lo soporta casi todo, un residuo parecido, cual un arco de placer y gratitud profundo y eso que yo me exijo ser más lacónico que hipérbole, pero en ocasiones manda el motivo que anda por detrás.


Pueden ser muchos momentos bien distintos: el tono y la forma de intercalar modos de ser en una conversación agradable y sincera; la palabra que siempre queda entre un hombre y una mujer; la resistencia a envejecer como en una especie de reconciliación con los griegos, una dad sin número donde incluso la amenaza de la pérdida de una felicidad material, te hace más fuerte, te obliga a sentirla antes de perderla como con más insistencia. Ahí hay partículas de ese mejor núcleo.


Hay ratos malos, pero otros en cambio en que te sientes bien en el acto, amas las posibilidades, los intentos, resistes cualquier tipo de dolor como un estado previo a tu mejor lenguaje: callártelo. Te llega casi todo lo bueno boca a boca, quien te quiere entrecruza los besos como una señal inevitable de cariño, escondiendo en el fondo algo que el otro necesita, que te lo devolverá enseguida. Te llega en la epidermis de la vida, la posición, empedernida, inevitable.


Puede estar ahí ese mejor núcleo, ese rincón de tu propio misterio como si entraras en cada ocasión en el primer bar de alterne de tu vida, la primera vez que supiste lo que era la ternura, el coloquio que hay detrás de las caricias, la manera de solventar cualquier rencilla, la curva de una cintura, ver descruzar bien las piernas, demorar el instante, el destino final.


De todo eso me acuerdo con el inevitable retraso de veinte o treinta años que los tengo metidos en mi mala memoria para todo lo malo. Me dio susto el amor que al principio se te escapa por todos los lados, pero te acabas haciendo con él como un futuro que ahí sí que importa porque se adivina y se anhela. Eso es una piña, no sé cómo llamarle, lo ideal, cuando piensas que a pesar de este tiempo insistente y dañino hay algo que ha quedado, que aguanta cualquier envite, junto con un entusiasmo recordado incontenible, y te permite a ratos, estar muy bien, una especie de pathos tranquilo que a los demás les cuesta entender.


Me acuerdo y lo conservo, es la parte que debiera estar oxidada y no consiento que así sea. Me acuerdo escribiendo como ahora y me aferro como a una barandilla alta, hago que se canse la mentira de las cosas mal hechas. Están en el recuerdo –y es un apoyo más- los mejores libros que he leído, los que formaron colecciones inolvidables como aquella Biblioteca Formentor que fundaron Victor Seix y Carlos Barral; las novelas policiacas del comisario Maigret, de Georges Simenon, donde daban igual los muertos porque existía en su narrador la vida por delante; o el Lorca con las hojas por cortar de Losada. ¡Vaya si me ayudan los libros! Más que núcleo deben ser fortaleza para que ahora me defienda.


Dice Amos Oz que en el mundo hay una alquimia que es también la melodía interna de la vida. Esa química mágica que pretende ser la piedra filosofal, yo no la busco, me viene a las manos cada día, la escucho, se encierra en mi persona con la harina limpia con que amaso cada vez lo que viene, lo que va a ser. A medida voy cumpliendo años siento menos ganas de opinar y aún menos de juzgar, prefiero observar lo que venga y narrar, por ejemplo, lo que le estoy leyendo a Isabel Fonseca, lo mejor de la sensualidad: “lo esencial de los triángulos blancos”.


Ese tono inevitable propio, lo dejo aquí cada vez como el núcleo más importante de mí ser.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando somos jóvenes pensamos que tenemos toda la vida por delante, pero la vida nunca es delante o detrás, la vida es lo que tenemos, lo que somos y también Fran querido, lo que dejamos pasar. Siempre me provocas la admiración querido mío.

María

Fran dijo...

Me comprometería, mi entrañable María, mi inolvidable María -a rivalidades de piropos te voy a ganar siempre- mezclaría, digo, mi lenguaje con el tuyo. ¿No ves que suena bien?

De esa manera, con la vida que vivimos, escribiríamos juntos y poduciríamos más que admiración, asombro, ¿y eso sabes que es?: una ternura contenida.


Un beso frente a ese mar que tenemos también a medias.

Anónimo dijo...

Eres un artista Fran querido, requiebro de palabras, elegancia de letras cursadas, esencia de línea con punto y seguido de éste beso que riela como la luna en nuestro mar.

María

Fran dijo...

¡Mira que si no me paras, María!

No te olvides que el mar es generoso y devuelve todos los sonidos, todas las palabras y todos los ecos de quienes vamos a abrazarlo.

En eso estoy a veces: busco en el mar los mejores núcleos de mi esencia.

Fran

Dol dijo...

Te vas a sorprender, pero acabo de abrir un blog nuevo con mi verdadero rostro ; he descubierto la forma de tener dos cuentas de gmail y poder acceder a ellas separadamente .
Me apetece volver a ser yo, querido Fran , y ya ves, a ti el primero vengo a decírtelo.
Además el otro blog no se actualiza y se está poniendo de un color sórdido , tú crees que estará caducando???

Me alegro de volverte a leer y enlazar con mi verdadero nombre.
Vendré cada vez que pueda , aunque ahora tú sabes que mucho no puedo.
Besos para el núcleo y para todo lo que lo rodea.

Fran dijo...

Son muy bonits tus palabras, Reyes.

Por eso me he alegrado de leerte. Siemnpre he sido en la red, mi nombre y dos apellidos y me satisface que lo hagas tú.

Sabes que te leo y te leeré siempre, te ocurra lo que te ocurra. Nadie anda tranquilo por estos andurriales. ¿Quién no tiene cosas sórdidas?

Cuando vengas sitio tendrá una persona muy querida por mí.

Este núcleo como muy bien le llamas, es más o menos parecido, a veces con años de antigüedad, pero en cualquier caso gente sana que derrocha afecto.

Me permito en nombre de todas -habrá que utilizar aquí el femenino- darte las gracias. En las mías hay un beso especial.

Anónimo dijo...

Una pregunta, pasò, q dejamos atras q permitimos q no tuviera vuelta?. La verdad q ni sè o intento no recordarlo, mi vida fuè siempre un buzòn de sorpresas, a veces dejamos de leer esas cartas llenas de sorpresas y nos agarramos a las llenas de dulces promesas q un dia dejan de llegar en el correo o la cartera se las queda por celos a q alguièn las haga suyas, perdio las señas el amado?. y se dio a la conversaciòn telefonica o el correo electronico q es comodo, pero no llena el corazòn, le falta la melodia de las letras, entiendo a los q dicèn, me cuesta escribir, pero se pierden expresar los sentimientos del momento, los ratos q dedicamos, sin pie ni cabeza a ello (al menos yo)es un querer compartir los ratos de soledad, para dejar de estar solo,asi lo pienso y lo llevo a la practica, aunq sea emborronar folios o la libreta cuadriculada.entrever q hay en los momentos q se disfruta de la vida.No hay q dejar nada y si vivir echando mano de aquellos q nos aportan el respiro diario.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Compartir los ratos de soledad es lo más hermoso que puedes hacer, querida María Dolores. No te sé explicar si se está menos solo emborronando cuadernos como cuentas que haces. Cada uno tenemos una manera pero no dejes de hacerlo.

En cuanto a la elección de las cartas recibidas, ahí me has pillado: yo me quedo solamente con las que expresen sentimientos. No te importe la antigüedad.

Un beso de hoy