sábado, 16 de mayo de 2009

Procuro que la noche me pille cerca


Porque siempre le tuve miedo aunque reconozco que admiro su belleza de sede de vicios bien administrados, existe, y como dice el poeta Caballero Bonald en su último libro de poema “La noche no tiene paredes”, con la “la osadía de bordes delictivos.” Yo no sé si llegaban hasta mí esos motivos, pero le tuve, le tengo, le tendré siempre miedo a la noche. Trae finales, lo sé, me va a negar cuando ella lo prefiera, el comienzo de un nuevo día, los que empiezo cada vez con un nuevo esfuerzo y una antigua ternura. No tengo otro sistema de memoria que lo que voy haciendo en la vida noche a noche.

No hay desprecio ni desprestigio en mi postura hacia ella, hay temblores que manejo mal sólo, me pilla casi siempre desnudo del todo, y lo que es peor con menos palabras y muchas más preguntas, con dificultad de asignarle los sentimientos que tuve durante el día. Me sirve apenas para recordar los ratos que me sobraron de cada día y extraer su emoción, cultivar la manía de los libros.

No tiene paredes, poeta, pero tiene una mala trastienda, guardo desordenados los recuerdos; las soledades que encontré idénticas a la mía; hasta el anticipo lujurioso con el polvo de media tarde. Sin paredes pero sin sitios donde apoyarse, a veces igual que durante el día con el peligro de caerse simplemente: cuando iba a comprar el libro del poeta Caballero Bonald, el que he citado ahora, y con él en mis manos “recito un poema que no he leído nunca”; o sino los cálidos y desvergonzados relatos de Cristina García Morales; o viniendo hacia casa de comprar los periódicos que ya había leído en Internet. Porque no tiene paredes para mí ni la noche ni el día, esa es la verdad, puedo ya traer los riesgos de caerme cualquier día. Dentro de la noche, tengo un miedo muy propio y muy mío, de sentirme ya en el suelo y no saber qué viene luego.

Pero en la noche también es cierto que visito todos los sueños. No sé, ayer pensaba, por ejemplo, que quizá me quitara ese miedo a la noche, una mujer treinta años más joven y poder recorrer con ella en lugar de quedarme en casa con la opacidad de los miedos, las calles de mi ciudad; yo se la enseñaría, recorreríamos juntos todos los sitios que me gustan de día aunque estuvieran cerrados y los abiertos a la jerarquía del vicio, donde la edad ni los corrige ni los mengua, les da prestigio; sobre todo pasearíamos y no tendría ningún miedo a caerme, iría simplemente de la mano de ella, al vernos nadie pensaría que ella era mi hija, porque en cada paso de peatones, nos detendríamos en medio y estamparíamos un beso con las bocas bien abiertas mientras los coches hacían pitar sus bocinas. Da lo mismo quizá la gente pensaría de mí que había sido capaz de encontrarme con la hembra más completa de una vida, y de ella estarían seguros que me iba a quitar veinte años en dos días, en el mundo increíble de su entrepierna, enfrascado en la curva inefable de sus pechos.

Sigue el sueño ya en casa, no me vuelva a entrar de nuevo el miedo, sacaríamos a secar en el mismo sitio mi prosa oxidada y las bragas de ella, si es que las llevaba; me pondría a escribir para contarlo con las palabras más puras y sus inmediaciones aunque llevaran el venenoso pozo de mi autobiografía. Mis palabras, quizá en ese sueño junto con ella, como es lo único que tengo me podría quitar del todo el miedo a la noche.

Ya está bien, no tengo ganas de morirme de noche en un museo de medicamentos. Quiero vivir los mejores huecos de mi memoria, como si fuera de día, fastuoso de soledad como un mendigo pero hermoso y vivo; que me pudiera volver a decir una mujer que estoy bueno, que puedo recuperar dónde estoy y cómo estoy mi vida como la sede de una admiración bien administrada.

Así puede ser la noche, así debe ser la noche, para no tener que volver a escribir que deseo que al menos me pille cerca de casa donde sí que debe haber paredes donde apoyarse. Sólo quiero convivir valientemente con ella simplemente, que me deje los recuerdos que habrá sido el mañana de ahora, éste, después de haberlo vivido.


9 comentarios:

Anónimo dijo...

La noche está llena de paredes , FRan , puede convertirse en nuestra casa , el tiempo para que gente como yo tenga el silencio necsario para pensar , soñar , atreverse con cosas imposibles.
ESte atrevimiento es el que no debería faltarnos nunca , FRan , ni los paseos con besos por una ciudad nueva.
Besos, Fran.

Fran dijo...

Piensa, sueña, escribe, atrévete con todo, Reyes, tu valía de mujer, te lo permite.

Me gustaría enseñarte mi ciudad como lo cuento, que fueras tú quien la recorrieras conmigo y te quedaras, al menos ahora, con ese beso en el paso de peatones.

Hay uno en mi ciudad, para los privilegiados. Podríamos cruzarlo.

Anónimo dijo...

No debes temerle a la noche, Fran.
La noche se convierte en cómplice
de nuestros más caros anhelos,
fantasías, recuerdos... Ella nos
conduce por senderos no explorados,
por intricados vericuetos del alma,
que a la luz del día, ni siquiera
imaginamos, o estamos tan aturdidos
que no conocemos. De la mano de la
fantasía, recorrerás esos caminos
hacia ti, hacia el hombre que
sigues siendo, hacia ese hombre
con una capacidad para el amor
ilimitada, que aún sueña, que
aún desea, que aún se estremece
con el roce de otra piel.
La noche es hermosa y nos envuelve
en su suave terciopelo, a veces
encendida de estrellas, a veces
oscura, para escondernos en ella,
para perdernos en ella.
No, no le temas a la noche...
Recíbela desnudo, sin disfraces,
sin temores, como a la mujer que
se ama, que se desea...

Anónimo dijo...

La noche.
Por un beso de esa boca te daria mis mañanas bendecidas,
mis plegarias mas sencillas,
mis promesas y alegrias.

Por un beso de esa boca que me embriaga,
contaria primaveras,
horizontes y guirnaldas
volaria entre jardines con mis ganas,

prometiendo adormecerte,
con lo fuerte de mis alas.

Por un beso de la humedad de tu historia,
calmaria mi demencia,
lo feliz de mi victoria,
lloraria de placer al encontrarme,
con la miel de tu interior, con lo suave de tu sangre.

Por un beso seria infiel a la noche,
a la estacion y su llanto,
le mentiria a la luna,
por seguirle el sabor a tus labios.
Un beso en tus sueños.
Ana

Fran dijo...

Le temo a la noche pero permanece intacta mi capacidad de amar. Desnudo estoy ahora.

Fran dijo...

Pues por un beso tuyo, Ana, sigo estando, sigo esperando a las noches que aquí llegan tus hermosos versos.

Tu segurías mis labios, yo no lo necesitaría porque estoy en ellos.

Anónimo dijo...

Entonces, si me esperas, el
miedo huirá de ti, cuando yo
quiera...

Anónimo dijo...

La noche no tiene limite...solo el placer de disfrutarla con besos q a escondidas estan bajo la almohada.Pero quien es el amor?no hay limite de edad... te aseguro q todo tiene una recompensa, los años bailan y el cuerpo joven ,no dejara de ser hermoso, a todos incita al amor.
No quisiera herir a nadie, pero te has preguntado, porq una mujer no puede desear un hombre joven. q hay de tabu en ello?, pasear de la mano conociendo otros lugares llenos de extraños ojos q se diran q paso.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Claro que en el placeer de la noche puede cualquier mujer desear a un hombre joven, puede ser su gloria y su deseo más colmado.