domingo, 10 de mayo de 2009

La vida no explica nada


Cuando uno debiera sentir ese atractivo contenido de la madurez como una forma disimulada de vejez, piensa que echando la vista atrás, preguntándole a la vida y su entorno, algo nos explicará: por qué fuimos así, por qué lo hicimos así. Pero se me está pasando el tiempo muy deprisa y no encuentro los renglones donde la propia vida me explique todo aquello que me sonó de una manera pero que también pudo ser de otra, que incluso hasta significar cualquier otra cosa.

Hasta a veces, es curioso, puede uno respirar a fondo la alegría mala de las cosas sin remedio, tragársela en un momento, como una necesaria respiración cuando no nos queda la posibilidad de hacerlo. Nos trajo los motivos la vida o los buscamos nosotros, rastreamos donde nunca debimos hacerlo, nos quedamos un rato, volvimos de nuevo una y otra vez porque hay una extraña cadencia, la etiqueta de la repetición. Ni tan siquiera punto y coma, esa manera de señalar mejor las pausas y los silencios, se trata del punto y seguido para poder hacerlo de nuevo.

Pero es un gran desacuerdo que por el camino, la vida no nos hubiera ido aportando suficientes señales de lucidez, pero precisamente es la lucidez lo que separa a las personas, los renglones por los que caminamos difícilmente, cada vez más complicados, ahí buscamos explicaciones y no las encontramos. Y la razón de no hallarlas es muy simple, se la volvía a leer hace días a David Trueba en su novela “Saber perder” -¡vaya, lo que nunca queremos aprender!-: "cada uno llevamos nuestra secreta derrota bien adentro, lo más lejos posible de la mirada de los demás."

No queremos nunca enseñar esas derrotas, nos vamos directos al ángulo más oscuro de la soledad humana, cuando si la compartiéramos del todo con alguien quizá nos daríamos cuenta que las derrotas son las únicas victorias que valen la pena, porque las tocamos, porque son la piel que nos hace daño, sus sitios resonantes. Nos abriría muchas veces la puerta del placer que lo vence todo, que le da tono a todo, sin precio ni alquiler, la única tarifa, elegirla frenética, inmensa.

Me he apartado y me seguiré apartando de esa manera civilizada y única de que habla Trueba. Lo propio, el sueño o la realidad de lo mal vivido es sólo mío; el sufrimiento me lo han dado gratuito, me lo puedo permitir, sin explicación alguna, ahí lo tuve, ahí me llegó, quizá porque antes junto a mí lo tenía una joven mujer que lo callaba una y otra vez de una manera espeluznante que era una lección, una exigencia, un turno de espera que de ella tomé con una desesperación de su parte que no supe entender, que no pude comprender. Tampoco la vida me lo ha explicado, me lo dio, como un documento adjunto que lleva durando más de veinte años y me hizo fuerte –dentro de un cuerpo dañado y débil- pero preparado para todo en un final que tengo cerca con un título inevitable: luego de mi fogosa actividad, del periodo angustioso y mal llevado me vendrá la calma para siempre.

Ya para qué quiero más explicaciones, las demás poco importan, la más sólida se me rompió a pedazos y la mía diaria más valdría no mencionarla. Me falta o me sobra un resplandor aunque sea inventado, un vicio que quitarse, un espacio de silencio demasiado lleno de libros, dejar pasar la vida para buscar otra vez la vida, los mejores enseres, la dignidad propia que muchas veces uno la hace pedazos.

Por eso en tantas ocasiones, a través de estas páginas, de la web de los libros, de la rutas desesperadas del blog, busco esos enseres que no tengo. Mientras seguiré escribiendo para comprobar como dice Pascal, que el yo no es forzosamente odioso. Quiero todavía volar, escapar, andar -¡fíjate!- vivir mi presente madurito con una voz profunda y cordial siempre al lado, una escucha tierna, una fuerte existencia con la intensidad de casi un animal.

Aunque me acuse al no explicarme nada mejor la vida, de ser yo por todas partes, egoísta y tenaz, para poder ser algún día, otra cosa mejor.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Fran queridísimo, A veces la vida pasa como una borrasca, como una tempestad anunciada, buscamos afectos. Luego nos queda la noche, el silencio como una estrella que no da tiempo a pensar en los hechos y su destino, a veces nos quieta el aliento. Pasamos por la vida así, sin darnos cuenta, de la quietud de las cosas, al desasosiego, y antes que venga la nada, siempre nos quedará el afecto.

A tu lado casi en silencio mi beso,

María

Fran dijo...

María inolvidable, tengo ya demasiada borrasca y me sirven mucho tus palabras luego de varios años, que estén ahí que las traes con quietud para hacer frente a lo que venga, María, a lo que venga.

Mi beso y mi cariño.

Anónimo dijo...

Fran , el título de este post es impactante , una verdad como un templo, quizá gente como yo no debería olvidarlo, me lo voy a grabar en la frente, Fran , para no complicarme demasiado con susceptibilidades tontas , que luego la madeja selía y uno acaba perdiendo esos afectos de los que hablaba María , tan necesarios .
Un beso, Fran , te mando toda mi luz , aunque ahora mismo apenas llegue a triste linterna .

Unknown dijo...

Fran, querido amigo, la vida no explica, nos intima a vivir sin revolotear en emdio de preguntas sin repuesta, la vida corre nuestros telones y nos echa a rodar la escena, sin tiempo de descuento, la vida nos honra latiéndonos por dentro, y a mí me honra al tener un amigo como tú.
te quiero besos

Fran dijo...

Nadie deberíamos olvidar que es así, querida Reyes, la vida calla, no explica, y todos nos llenamos de complicaciones muchas veces.

Tu luz, Reyes, me ha llegado muy luminosa, quizá porque la necesitaba y es muy valiosa.

Un beso y mi cariño

Fran dijo...

Paola, es cierto que la vida intimida como bien dices y nos deja solos, "sin tiempo de descuento". Ahí estoy yo. Gracias por tu amistad.

Mis besos y mi te quiero

Recomenzar dijo...

Huyendo hacia adelante...
Para vos

para mi

viviendo el instante infinito ....

El momento vivido lo que sentís en tu interior lo que hablás en tu blog..sé vos ..sos vos...somos nosotros ....el Blog nos ayuda a conocernos mejor... a sentirnos y vivirnos sin necesitar un coach porque la guia somos nosotros mismos,......... Fijate que creo que lo que escribimos si lo hacemos de una manera positiva nos ayuda a cambiarnos lo que no nos gusta de nosotros a aceptarnos con nuestros miedos....bueno ya te di demasiada lata
besos de good morning for you

Fran dijo...

Me sirve el nombre de "recomenzzar", porque eso intebto, como muy bien apuntas, recoeenzar con lo que he sido y lo que soy a la vez.

Gracias por tus palabras
Un beso

Mi nombre es Mucha dijo...

Y no nos damos cuenta de lo importante que somos hasta que no somos...besos con menos velos..jajaja!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Y,yo, siempre aquí, en este lugar
de privilegio para mí, desde donde
te miro, admiro, leo comentarios
elocuentes, me escondo, me quedo
quieta, suspiro y espero...

Fran dijo...

Anónimo que miras y me admiras, no te escondas saca tu rostro con tus palabras como hago yo siempre. Cada uno tenemos una belleza propia que hacerla ver.

Anónimo dijo...

Prefiero quedarme asi, tras bastidores, mirándote, tocando
cada palabra que escribes, emocionándome con ella, saboreando
cada letra, haciéndola mía.
Siempre estoy aquí, siempre al
margen, en algún lugar, donde
sólo existe un cariño inmenso,
que no lo altera, ni el tiempo,
ni la distancia.

Juanita dijo...

Efectivamente, "la vida no explica nada" y es por ello que las respuestas debemos buscarlas nosotros; lo que la vida si te da es la oportunidad de echar pa'lante, volver a empezar, efectivamente como si fuese un punto y coma. Un beso y un saludo farterno. Hasta luego.

Fran dijo...

Gracias Janys por tu respuesta, con seguir, sin volver a empezar ya tengo bastante. No es poco.

Un beso