viernes, 13 de julio de 2007

Nostalgia


En cualquier caso la nostalgia tiene dos raíces griegas, nostos y algia, regreso y dolor. Querer el regreso, casi añorar el dolor, pero el creado por uno mismo. Nostalgia de haber dejado de ver lo que teníamos cerca, lo que era nuestro. El dolor ya nos acompaña, va de sitio en sitio, tiene una personalidad propia que no nos la quita nadie.

Nostalgia porque nos fallan los detalles, a lo que uno no llama detalles, sino gestos, no es lo mismo, es bien diferente. Ya, ya sé que hay una cuadrícula propia que forma cada universo personal. Y precisamente yo trazo a lápiz casi todo: una nota al margen de un libro, una idea que se me ocurre de repente, una mirada a una mujer donde debo mirarla. No es para borrarlo luego, es porque yo a lápiz escribo de otra manera.

Ya sé que a lo mejor la nostalgia es un sentimiento del que no bebe fiarse uno mucho, sentimientos que pueden ser olores, sitios, tareas. Pero la tengo a flor de piel y me la voy a quedar en la piel para siempre. Me da lo mismo la sensibilidad de los demás, vivo de la mía y sino me la alimentan me hundo.

Pero volveré a mi sitio, estoy contando los días para tener otra vez mi sitio. Antes le haré un hueco al mar, estaré seguro de él, de quienes me rodeen, no educaré lo ineducable, me cansaré de mis soledades o las buscaré adrede. Dicen que hay momentos, períodos, tiempos, pues ya me parecen largos y no los he empezado todavía. Hay presencias que debieran justificarlo todo, pero ya he adquirido para siempre la infelicidad de los que a veces simplemente nos falta el pulso para tenerla. Voy a perfumarme para que así, tal como dicen, quienes nos perfumamos queremos ocultar algo que tenemos que ocultar.

Mal asunto empezar a escribir de la nostalgia de hace tres días y antes haber averiguado a ciencia cierta las raíces griegas, regreso y dolor: desear el regreso y empeñarse en el dolor. Mal asunto no aprender enseñanzas templadas que me dieron avisándome antes: dada la confianza… No hace falta confianza cuando se dice la verdad. Luego lo ocultado, lo culpable es propiedad mía.

Eso es lo que hay, me lo impone mi tiempo, mi circunstancia, mi camino, todo mi error, pero no hay nada más sabio que dejar a cada uno en su error. Eso es lo que hay, me lo avisaron, casi me exigieron sácale partido a cada instante bueno y a muchos se los he sacado. Pero tengo una enorme exigencia y se me desmorona cuando si me la aplicara a mi mismo caería por su peso antes, mucho antes.

Pero voy a seguir igual, definitivamente igual. Prometo la sonrisa cuando no la tenga, el vino bien bebido, la caricia pendiente, la mirada lejos, esperar, seguir esperando a que me den más, qué le voy a hacer. Remedios físicos no tengo y en los otros no creo, sólo la cercanía que produzco, mi forma de insistencia, la enseñanza de los libros pendientes, la palabra, un mundo del que me enamoré ya hace tiempo para ver si me la prestaba algún poeta, un soñador con palabra suelta, un niño inteligente que sea algo mío, una amante con axilas insistentes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy no comento tu blog... Sabes que te entiendo y por lo tanto sobran mis palabras. Las que tenía que decir ya te las he dicho. Con ellas te has quedado, ahora eres tú quien traza la cuadrícula de tu universo.

Desde la distancia, pero mas próxima que nunca... Un beso.

Fran dijo...

Haces bien, tengo suficiente con que me entiendas. Voy trazando mi propia cuadrícula de la que tú hablas, pero me cuesta, me cuesta cada vez más, debe ser el enemigo del tiempo que hace crecer las nostalgias con todas su raíces.

Acerca ésa proximidad.
Un beso