sábado, 7 de julio de 2007

Disfruta de la vida y de mí


Fue así cuando le pedí su cariño: me dejó libre el derecho y el deber de quererla. No había pues rencilla, y en todo caso la tendríamos que decidir en cualquier lecho abierto. Disfrutar de la vida será siempre para mí disfrutar de ella, como a la vida le doy tiempo, justo el necesario.

Son ya muchas las veces que escribo sobre el amor, amando. Debe ser que llevaba razón Balzac: “hablar de amor es hacer el amor”. Hoy una vez más empecé la mañana y quiero descargar las razones del amor, la página en blanco para mancharla luego, el cultivo adorable a la palabra, la venero más que nada, me abre paso a lo que más quiero, aporto entendimiento y la melodía de mi propio sentimiento.

Suelo en estos casos irme con los poetas, a su vera me enseñan desde sus antologías de papel cómo hay que explicarle a una mujer tu manera de amarla o que te lo digan ellas:

“Ven éste jueves por la madrugada
O ven mañana.
Ven cualquier día o ven siempre. Pero ven.
[…]
Ven para decirme como siempre en mitad de mis celos:
Soy tan perfecta como te imaginas;
mira mi belleza, mírala ahora.
[...]
Mira mi cuerpo, mi voz, mis perezas,
mira cómo despliego mis mejores artes en el escenario de tu vida."
Octavio Gómez Milián

Y en eso ando, mirando cada vez que puedo su belleza al arrancar la mañana, su aire desenfadado y sensual, el gesto de su ropa que siempre me hace pensar que no lleva ropa. No sabía que el amor se parecía tanto a la dependencia, a la desnudez, a tener permiso para el disfrute, a que lo es todo, a que puede con todo.

“Disfruta de la vida y de mí. Tienes todo el derecho.” Desmenuzo las palabras, intercambio así los sentimientos. Parte de un enunciado, va a terminar, seguro, guardándose ella mis cosas, yo queriéndoselas robar. Se guardará quizá un libro permanente -una historia de amor- en su mesilla de noche, para abrazarse a él cada vez que no me tiene para abrazarse a mí. Sera una fuente de placer compartida para cumplir ese proverbio árabe que asegura que el placer sacia a los hombres y encadena a las mujeres.

Pero en este caso, el saciado soy yo y quién se siente encadenado: no sé traerle ya más versos, ni inventarme más besos, dentro de sus brazos me imagino que hay un país grande y lejano. Una vez dentro no sabré bien cuál será mi papel porque amar para unos es conquistar, para otros someterse, me inventé las cadenas y me las dejaré puestas, sólo sé que con ellas dispongo de una sensualidad para su sensualidad escogida.

“Disfruta de la vida y de mí.” Pues eso es lo que hago, con la lentitud impuesta de su cuerpo, con el invento de un derecho que ya no me discute nadie, con una fuerza que se parece a la plenitud que tengo cerca, con la seguridad que a una mujer que se la ama hasta ni le hacen falta al final las palabras para que sepan que la aman. Me quedo en la torpeza, en el intento, en la seguridad que ella sabrá entenderlo.

Pero por si acaso continuaré las suyas, disfrutaré de la vida y de ella.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Solo entiendo un modo de amar y es como tú lo haces. Recorres con la palabra la planimetría del cuerpo de tu amada, le susurras prosa (ni siquiera hace falta el verso) derramas deseos e ilusiones por su columna vertebral, te has ganado el derecho a la vida y a su amor...sin duda, te lo has ganado.

"disfruta de la vida y de mí, tienes todo el derecho".

Ella guardará en su mesita una historia de amor, lejana pero parecida en el entendimiento de los amantes, que sin apenas decirse nada, sienten que su amor está por encima de todo.

"disfruta de la vida y de mi.."

Fran dijo...

Amo de la única manera que sé.Recorrería el cuerpo de mi amada centímetro a centímetro. Eso es lo que me llena de ilusiones y de vida, es mi fuerza, mi poder, mi respeto a la amada.

Pues en esa mesita de noche hay una parte mía, hay como tú dices, un entendimiento, una comunicación, un gesto, un cúmulo de besos todavía por dar.

Sí, seguiré disfrutando de la vida y de tí.