domingo, 22 de julio de 2007

Lo que no te mata


Al final va a llevar razón, según me cuentan, Nietzsche, “todo lo no te mata te hace más fuerte.” Me hago más fuerte estos días viviendo como errores de casting, casi historias de falta de química pero llevadas al comportamiento ajeno, que me repercuten insistentemente porque tanto cuido yo el propio en el momento de entrecruzarse que me parecen formas de la vida mal entendidas.

Estos días leía “Yo estaba detrás de ti” y Fargues con franqueza, audacia e espontaneidad escribe insistentemente sobre sus aturdimientos. Los resume en ésta frase: “Qué tal? Bien y los días ¿Qué tal? Mal.” Como para intentar lo más posible estar bien, olvidar que no estoy bien. Recuerdo las lecciones, las advertencias como si me vinieran del mar que lo tengo tan cerca y no saber cumplirlas; me pesan las vacaciones en las que no quiero descansar de nada; gravita sobre mí mi Mediterráneo estival, la cercanía de la playa que la noto sin embargo tan ajena cada mañana, y me acuerdo, me acuerdo firmemente de sensaciones preciosas, de la manera de suspirar, esa recomendación al cien por cien reconfortante. Frente al dolor, frente al mareo de no tenerlo todo cierto, suspiro, suspiro una y otra vez.

Hay desesperaciones pequeñas pero irreversibles o hundimientos cada rato para recuperarse luego con una confianza ciega en uno mismo, formas de las cosas de la vida que no te matan y con Nietzsche de la mano te hacen más fuerte. Me hace más fuerte pensar que no, que no estoy de acuerdo con planteamientos de la vida ajena porque me veo dentro, silencios esperando una pregunta que debió producirse antes. Siempre mi respuesta hubiera sido positiva, dejar el campo libre a la conveniencia ajena, pero necesito esa pregunta en función de mi protagonismo que a estas alturas merece un respeto, una consideración, una mano tendida de verdad, siempre. Y los que están más cerca no lo hacen, no se dan cuenta, lo dan por supuesto y cada momento notas que no hay que dar nada por supuesto.

Hay que preguntarlo siempre porque todos somos seres sensibles de carne y debemos incluir dentro una forma de comportamiento siempre mutuamente conveniente. Pensamos demasiadas veces en uno mismo quizá y eso lleva consigo infracciones al reglamento, al reglamento de las sensibilidades, de las maneras de ser, de cómo lo contaremos luego. A lo mejor a alguien que no tenga nada que ver contigo, si tienes esa suerte, lo cuentas y sueñas y acabas siendo más fuerte porque estás seguro que no te acabas de notar muerto. Todo, tiene el mismo origen, el mismo pensamiento, erosiones a diario, formas de reponerse, nimiedades que se te hacen grandes, dolores en el mismo sitio.

Es curioso en ese capítulo de los dolores por qué la naturaleza a cada uno le enseña a doler en un punto concreto, de manera que a lo mejor no entiende nadie o que nadie pregunta si te duele. Es inoportuno no saber si siento más malestar o felicidad. Si es felicidad, he decidido que sea clandestina y permanente, completa, quedarte en un punto que descubriste, caderas tan bellas como incompletas y un hueco en las axilas que te hace decir cada vez decir “era aquí” por eso yo estaba detrás de ti como en una novela. Parece no tener nada que ver con destrucciones y dolores, pero sí que lo es porque me sirve para darme cuenta que no me estoy muriendo, que me hago cada vez más fuerte.

Es mi actual forma de felicidad: un recuerdo, un libro que no he leído, un correo que no he recibido, la luz segura de la espera, a veces la emoción de la necesidad de un suspiro, la sugestión o sentirte sugestivo, el color que tiene hoy el cielo y la necesidad de compartirlo. Aunque sea explicándolo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy completamente convencida que nuestra vida se resume en un solo día al que clonamos una y otra vez. Vivimos repitiendo dolores, alegrias, miedos, suspiros y estados que nos vienen dados, la mayor parte de las veces, por las condiciones que se nos imponen desde fuera. Solo lo asumimos y repetimos una y otra vez...

Nietzche nunca ha sido mi preferido, por eso quiero y prefiero quedarme con mi gran Schopenhauer que decía que nuestro mundo está hecho de melodía y la vida no es otra cosa que pura música.

Vive en la música, no te hará mas fuerte pero será una cama de reposo para tu espíritu.

Siempre detrás de ti... Un beso

Fran dijo...

Cierto que vamos clonando alegrías y miedos, cierto que es lo mismo cada vez, pero que no nos vengan impuestas de fuera por favor, que el imperativo de nuestra exigencia es hacer las cosas bien y que nos las hagan a nosotros.

Mira, pues te voy a acompañar con Shopenhauer, ¿sabes cómo? escuchando una melodía "con su blanca palidez" ¿te suena?

Albergado en tu música que siempe es un reposo, te lo copiaré, "una cama de reposo"

Pue si estás detrás no dejaré de volverme, por tu beso y por tí.