domingo, 17 de junio de 2007

Quitar los puntos y las comas


Hace días leyendo “Las afueras” de Pablo García Casado me convencí de sus razones de quitarle a todos sus poemas los puntos y las comas. Son los sentimientos sueltos que al final permiten que el verso deje de ser verso y sea parte de la vida, de los sentimientos.

Al escribir, la gramática tiene una significación propia, una autolimitación que te impones a ti mismo, pero llega un momento en que piensas que entre cada coma, detrás de cada punto hay una especie de fascinación oculta que quitándoselos puedes llegar a transmitirla mejor y tomas la decisión de decidirte a hacerlo un día para ver si llegas a un gesto, a una forma de expresión, a una belleza interior parecida a la que tienen los poetas: no contar nada en los poemas –para eso necesitarías los puntos y las comas- sino darte como eres, desnudo de esos caracteres, habitando entre los versos tus mejores sentimientos.

Quiero recuperar de una vez la brillantez que no me queda y no sé cómo hacerlo. Quiero vivir, respirar y caminar sin memorias que entorpezcan simplemente la vida; quiero volver a dormir como una página abierta donde nunca escribiré los errores ortográficos con que las cargué; necesito mi individualidad a secas, mis emociones reales para que no me las juzgue nadie; recuperar lo mejor con que nací, algo de lo que aprendí, la voz potente de mis sentimientos que he ido repartiendo día a día, ajeno hasta a las pausas que me pusieron los acontecimientos de la vida.

Voy a ver, pues, si soy capaz de aprender a ser poeta sin las reglas de los versos, ni las puntuaciones, sin que los lea a lo mejor nadie luego. Sigo necesitando la verdad de ese poema de Ana Rosetti, que alguien me lo entienda: “Dolor por estar contigo en cada cosa. Por no dejar de estar contigo en cada cosa. Por estar irremediablemente contigo en mí”…Un contigo siempre, que ya no sabré puntuar ni puntuándolo en los recuerdos, ni acentuándolo en los sueños.

Un contigo para comunicarme, para mantener los silencios y las veces que no paro de contar, una filosofía personal y única, una creación de retos desde ya hace años: los que me salieron mal y los que me devolvieron ciertos momentos de paz que no cambié con nadie, eran fruto de mis esfuerzos de estar contigo y por lo tanto intransferibles.

Ya no puedo llegar a más, por eso entiendo que la mejor solución es dejarse fuera los puntos y las comas. Alargar a la vez las manos y las palabras, esperar que alguien las entienda, que no me deje hacerme viejo mientras, que sepa que aquí estoy con las mejores partes buenas y al no ponerle puntos de separación, se junten y hagan de mí alguien aspirante antes que a poeta, a un ser anhelante para vencer los errores, que trae consigo la emoción pagana que extraje de los libros y con ellos llegué al amor y he vuelto. Aquí sí que le añado punto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay un estar contigo permanente,a pesar de todos los puntos y las comas...

Tú bien lo sabes.

Un beso

Fran dijo...

Gracias por tus palabras. ya sabes que tu compañía es muy valiosa para mí.

También tú lo sabes.

Un beso