sábado, 23 de junio de 2007

La última nota

A todos nos queda una última nota por contar y por cantar, a un destinatario que nos escucha cada vez y al que no le hemos sabido explicar del todo todas nuestras razones. Una última nota que solo puede tener la misma cara que tiene el amor siempre. A todos, absolutamente a todos, nos queda pendiente esa última nota y queremos contarla y cantarla a quien valga la pena, a quién sepa escucharla. Decirla, no hay más remedio, la vamos a decir.

El amor puede con todo, nos pongamos como nos pongamos cada parte. Puede con todo porque lo es todo. Todavía tenemos más o menos pendientes salivas en el cuerpo, en cada hueco del cuerpo, propio y ajeno; todavía hay un sexo reclamante lo entreguemos o no, Está en todos los libros del derecho. Pero el sexo es tan hermoso y lo sabemos hacer bien tan pocas veces en la vida que está lleno de contradicciones y memorias. El sexo es un derecho y da derecho, pero la falta del mismo se transforma en deseo que es capaz de llenar la vida entera.

Todo al fin, el amor, las ganas inauditas de ser algún rato felices, de construir las vidas, mantenidas o destruidas antes, son formas y maneras que tiene la vida, como un campo estampado de batallas donde cada día hay que levantarse luego de la última vez que nos caímos.

Hace días por algún lado escribía que el amor es un precipicio, ¡vaya si lo es!, pero hay que caminar por ese mismo borde para poder explicar bien los sentimientos. Damos y recibimos cada vez, cada momento y esa relación entre los seres jamás la deben romper las contabilidades. Se trata de corrientes de energía de una parte a otra incumplidas hasta su satisfacción.

La última nota en sábanas que registran los labios que se muerden con palabras siempre en la orilla impacientes y exactas. La última nota donde se pueden romper definitivamente los besos que han de hacer que alguien nos quiera a pesar de que cada vez que la llamamos hizo como que nos oía. Una emoción pagana que me han proporcionado gratuitamente los libros para soportar mejor lo que venga a posteriori.

Todavía el temblor que puede darnos alguien todavía porque queda por escuchar la última nota, contundente, como puede ser la locura de leer los versos al oído y mirándo a los ojos decir cualquier cosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es la última nota de un pentagrama lleno de grafismos, de sumas inacabadas que comienzan una y otra vez cuando cada día nos asomamos al borde de ese precipio, sabiendo que no caeremos porque ese perpetuo deseo es nuestro equilibrio.

Siempre tiene que quedar una nota pendiente para decir a alguien...

Fran dijo...

Sabes que esa nota la tengo todavía pendiente, clara, inconfundible, su escala, su destino.