Han sido unos días en que
tuve el mar más cerca, fui a él y me quedé en su proximidad porque hace ya
tiempo que no convivo
con sus aguas. A la playa acudo compartiendo otras vidas que también son propias,
recuerdos de años que suponían un descanso enorme, una ruptura necesaria. Ahora
en cambio, nada más alejarme de la rutina de mi amplio espacio, echo de menos éste porque dicen que la
sensación de esa amplitud, induce a no salirte casi fuera ya.
En mi casa de siempre tengo
los hábitos quietos y hermosos. Las localizaciones repetidas y amables,
cómodas, quizás demasiado cómodas. Pero lo habitual trae a la vez el material
oscuro de los años, como aportando datos en una especie de testamento
actualizado o segunda memoria más cercana aunque poco fiable.
En la playa, menos cómodo,
raspan los recuerdos, te acuerdas de señales hermosas, como por ejemplo, el
eterno respeto que te siguen teniendo personas no obligadas, sin vínculo
familiar alguno, y sin embargo la longitud que tienen los años marcados por
periodos concretos –un verano, unas pascuas, aquellos inminentes fines de
semana que reclamaban descanso- en esas breves temporadas, a estas alturas,
existe la necesidad de repetirlas, echas la cuenta por si falta alguien y lo más importante,
reparas que tú lo puedes contar.
Y en ese recorrido hacia
personas que quisiste siempre y que ves ahora más
deterioradas, más cerca de un final que vendrá para todos, al saber de nuevo de
ellas,
cerca, con el contacto hermoso de un roce, un hola, un adiós, un beso, junto
con dolor y una inevitable pena propia, valoras al máximo ese respeto que te
tuvieron siempre.
Pero es que supe ganármelo, y
en los peores momentos de ellos, te lo devuelven. No hay ya tiempo para los
aplazamientos, recoges de inmediato lo mejor del otro. Se me queda como un
hermoso pensamiento la herramienta poderosa del afecto y la devolución en forma
de respeto.
Eso
es quizá lo mejor que he notado estos días desde la playa al regresar a
mi sitio de vuelta, al sentido cómodo de la comodidad. Ha sido el mejor y más
doloroso placer como una caliente sensación para frenar el dolor de notar a
quienes me quisieron tan destruidos. De la playa, estos días es lo mejor que he
podido vivir, junto a mis propias rutinas que allí, como en todas partes lleva
ya uno
a estas alturas, siempre puestas.
En el momento de irme, acudí
a buscar ese respeto de quien siempre me
lo tuvo. Con un Don delante, innecesario, que jamás dejó de darme. No te notas
más importante, es curioso, sino más humano al pensar que te lo mereces ni por
razón social, ni cultural, ni económica. Te lo mereces y te lo saben dar
paradójicamente como una exigencia, para que
sepas serlo con humanidad, con dulzura, con cariño.
Le dije adiós deprisa para
que no me notara un duro y especial sentimiento que tenía dentro, un dolor por
verle sufrir. Me hubiera gustado saberle explicar que hay que inventarse algo
en situaciones desesperadas. No supe hacerlo, tan sólo darle un beso y llevarme
como siempre su respeto. Gracias, Pepe.
A José Muñoz, Conserje
Permanente en Cruz del Sur.
4 comentarios:
Hola Fram:compartimos el afecto y lo mucho q recibimos, cada uno , en distintos lugares,pero si con un factor en comùn, el cariño q se percibe en cada una de sus palabras,con la nostalgia de volver,de sentarse,platicar sin darse una cuenta q por ambas partes los años dejan huella y como si nos pusieran una gran cortina,no apreciamos q dejamos atras algo.. pero si vuelves con la confirmaciòn q no es una despedida, si, un querer no separarse y volver.a veces me detengo a pensar, porq? si nuestro caminar es de frente y no volver atras.Q feliz se siente uno, cuando encuentras a "gente" q quieren darte parte de esa felicidad q ellos nunca olvidan, siendo lo màs simple de nuestras vidas, la sonrisa y compartir los dias ausentes, para volver entrelazar nuestras vivencias.
Cuando no me ves, piensa, no es olvido, es lejania de continente, donde ni tiempo tengo de abrir la caja porq la tendria q buscar en ciber, quieres recorrer y volver una y otra a lugares y con gente q amas, porq el amor se puede compartir de muchas maneras.
besos y hasta siempre. maria dolores.
Hola, María Dolores.Sí, ese intercambio entre lo que das y lo que recibes entre personas simplemente de bien, que has tenido cerca de ti, compartiendo momentos duros y amables, es de las mejores cosas que te aporta la vida.
Me has entendido muy bien, como siempre.
Besos
Un saludo y abrazo Fran,paso de largo por estos lugares,estoy tan cansada a estas horas que me voy a descansar porque el cuerpo ya no aguanta.
Salgo muy pronto de cas y regreso a las 7 de la tarde y tengo tanto por hacer.....
Te aprecio y te leo con agrado ,es confortable cada pensamiento tuyo.
Siempre.
Ana
Otro para ti, Ana, descansa lo que puedas y mi afecto por cada minuto que dediques a palabras mías.
Un abrazo
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