sábado, 10 de abril de 2010

NO QUIERO NADA MÁS


Que lo que tuve y me llenó, dejó peso, produjo a veces esos enfrentamientos que en mi caso particularmente ni me dejaban terminar el día. Me gusta la insistencia, la emoción poderosa y fuerte, no quiero nada más. Hasta aquí, llega un momento en que ese intercambio de palabras pueden ser un vínculo como lo que establece cualquier url de la red. Estoy en enlaces que provocan mi lectura como un premeditado acercamiento, pues me gustan y me bastan.



Esas sensaciones que nunca me las callo, que las he contado una y otra vez, que son mi euforia y mi desorden a estas alturas de la vida en que me rodea el orden, sé romperlo adrede. Son nuevos registros de mi base de datos que está apoyada en estos dos cimientos –lo digo por si alguien no lo sabe- veinte mil imágenes donde no haya nunca sólo un paisaje por hermoso que sea, siempre quiero que lo ilumine la persona, también desordenada, su cabello, su postura, su demanda. Si es una mujer debe ser como en “Mantis” dice Mercedes Castro “cuando pruebas el sabor de un hombre ya no puedes parar”, o en el comienzo: “Esto funciona así: "tú te dejas ver y ellos se dejan comer.” (Por eso vengo explicando siendo hombre cómo me dejo comer)


La otra apoyatura, la sabéis de sobra: las necesarias horas leyendo cómo se comen a los demás, que cada palabra propia o ajena, me envuelve, me emociona, me obliga a necesitarlas, sin gramática ni miedo, hasta esas situaciones que son difíciles de convertirlas en palabras; cada una de ellas pesa más o menos, tiene su densidad, a lo mejor están de más cuando existe el deseo, pero yo me sujeto tanto en ellas que las sencillas las hago obscenas y las que parecen un juego son una caricia.


Todos aquellos momentos que estoy dispuesto a repasar aquí y ahora, que sus dueños o dueñas sabrán el nombre y apellidos, he decidido ir contándolos, como a tope para no querer más, para provocar una simple expresión de máximo cariño, una necesidad que se convierte en variados sueños donde siempre estoy yo y quien se puso conmigo. No quiero nada más pero tengo necesidad de explicar donde tuve el más, donde me sentí curioso y joven, me fui haciendo esponja insaciable de palabras y actitudes, me dejé comer y cómo fue eso.


Lo he dicho muchas veces, tan hecho estoy para el placer, que si no hay placer no me interesa. Busqué en cada ocasión que iré contando, el poder y la calma, y es curioso, la sugestión que ofrece a veces la debilidad. En el fondo, como leyendo una novela en la que lo que menos importa es el argumento, ni quería saber lo que pasaba si entraba en el engranaje que yo mismo había creado.


Me interesa el tacto, ese dominio para dejarte comer. Hace falta una capacidad poco frecuente, unas ganas insaciables, como probado y a falta de seguir probándolo. Es imprescindible el lenguaje, te aproxima tanto que la mano casi desabrocha el estúpido botón que impide un pecho hermoso. El lenguaje que hace que el amor se note; el lenguaje como una condición, un tatuaje secreto en todo el cuerpo, que eleva el brazo, arruga el silencio, asegura la noche completa. Este que empleo porque lo he estudiado igual de joven que de viejo, es un hueco de conocimiento, el mejor pecado que posee el hombre.


Con lo que dije y me dijeron tengo bastante, no necesito más, eso es lo racional, mi sentido común, mi presente. Pero a su vez me digo, pusiste mal el título porque eso que lo que tienes es bastante, que no quieres más, es el atrás y tú siempre has sido un hombre hacia delante, tengo la agradable imprecisión de no importarme los límites. De volver y volver luego de haber dicho no volveremos a hablar de eso y ¡vaya si volvimos!. Siempre supe acudir cuando me dijeron ven.


Y si es así, resultará difícil cumplir el enunciado del comienzo. Pueden decirme de nuevo ven y es un serio peligro ya que indudablemente lo último que me preguntaría es el porqué.

10 comentarios:

Recomenzar dijo...

me gusta leerte el sabor de tus letras y mientras las leo te dejo flores de deseo

Dol dijo...

Tienes el poderío del hombre que sabe seducir con palabras y más.
Tú sabrás siempre a quién obedecerás si te dicen así, de repente "Ven ".
Irás, claro que irás .
Y tendrás de nuevo toda la pasión a tus pies.
Muchos besos desde aquí.

Fran dijo...

Gracias Mucha, pues yo no sé escribir sin el deseo, es como una intención precisa, el punto extremo de la satisfacción.

Aquí, como en todo lo que escribo hay deseo.

Fran dijo...

Reyes, dices eso de mí porque me conoces demasiado bien y con demasiado cariño.

Ven, ya sabes que para mí es un gesto, una insistencia y la pasión como un cálculo inalcanzable.

Besos de seducción para ti

Alejandra dijo...

“El lenguaje que hace que el amor se note”

Cuando alguien ha hecho posible ese lenguaje secreto detenido en mi espalda es entonces cuando muy atenta al otro me ocupo de que sepa que:
“ No es hacer el amor: es hacerlo contigo”
Y no termino de agradecer lo que vivo.
Otras veces sin embargo, cuando una noche es lo mismo que ninguna no es una necesidad pequeña, es una urgente necesidad recuperar el despilfarro de la edad insolente que sucumbe a cada rato a que lo relevante es vivir cada momento como si nadie lo hubiera vivido antes.

Fran dijo...

Es que ahí está, Inma, el arte y la seducción de la mujer, que el repaso del hombre vaya desde la espalda hasta donde vaya pero al final quede la seguridad de que hablas: “No es hacer el amor, es hacerlo contigo.”

Y asusta, sabes e impone una ineludible falta de respeto ir en busca contigo del despilfarro, del desorden mío, de ser siempre a la vez tierno e insolente.

Juntaría el lenguaje si pudiera ser.

Anónimo dijo...

Hoy al leerte, aparte de atesorar en mi interior cada una de tus palabras, quiero quedarme con eso que has dicho: "me he dejado comer..."

Qué sensación mas enorme es esa de dejarse engullir por el voraz apetito de quien te quiso poseer de tal modo que te quiso comer y tu te dejaste.

Maravilloso, como todo tu, como tus letras y esos deseos tan vivos que sigues manteniendo en perpetuo estado de adolescencia por la locura impetuosa que suponen, pero con el grado de madurez que los revisten del conocimiento y del saber lo que todavia te mantiene tan vivo.

Desde mi rincón verde, mis besos.

Bolboreta

Fran dijo...

La frase, querida Bolboreta mía, (déjame que me atribuya propiedades que son como un sueño) proviene del comienzo, como digo, de una amiga y excelente novelista, Mercedes Castro, que acaba de publicar su segunda obra.

Pero me la quedo, la hago muy mía, me encanta dejarme comer, fíjate más que comer. Es una hermosa sensación que se apoderen de ti.

Creo que escribo vivo y cada vez con más descaro, no me para nada ni nadie.

Gracias por estar aquí. Me dejaría comer por ti.

Anónimo dijo...

Tantas y tantas veces como te leo y cada vez atrapas con el aroma de menta y romero.
En la soledad de la noche se concentran los pensamientos que brotan como tallos en primavera , sin pensar en los obstáculos que puedas encontrar porque todo lo que aflora es el amor, la sabia de nuestro corazón, sin contar el tiempo .
Es tan bello escuchar y solo con la mirada y acariciar unas manos, poder decir, sin saber como hacerlo o como ocultarlo. Busca eso Fran, el sabor que produce lo que tantas veces se busca : el dominio enorme de tus letras que me da el cariño.
Necesito un beso con metáfora es un placer que en vez de saciar encadena.
Besar a una mujer es besarle su historia.
¡Quiero ser besada !
Ana

Fran dijo...

Menta y romero soy para ti, Ana. (Qué bien lo has recordado) Amor soy para ti. Y lo que buscas también porque ambos buscamos lo mismo: como una lentitud entre las letras y el abrazo, como un cariño que yo a medida que me gana tiempo el tiempo, me refugio más en la metáfora con él.

Así te beso, así debes sentirte besada ahora por mí, eso es lo que yo también quiero: tu historia de mujer.

Fran