Cualquier momento de la vida los requieren.
Pero no me esperaba la sorpresa al asomarme a la puerta para que alguien me
drenara lo que requería una simple incisión. Acudí al lugar adecuado donde las
urgencias suelen prolongar las esperas. En mi caso no me importaba. He
aprendido a hacerme menos viejo esperando. Pero el paso siguiente empezó a
deshacer mis defensas. Hubo encanto, cariño, traducido cogiéndome las manos,
pero la explicación que vino luego ya no fue un deterioro, sino un derrumbe. Se
me quedaron dentro de aquel recinto para casos que quedamos que eran solamente
de urgencias. Y sin embargo la propuesta que me hicieron, su mano –repito, entre mis manos- es que volviera luego, mucho más tarde, hasta habiendo
celebrado la larga pausa con una cena para recobrar el aliento que estaba
perdiendo y me quedara después allí dentro. (Ella, me propuso ir alternándome
los antibióticos ya que llevaba la vena abierta; otro mucho más médico, en
cambio, algo mucho peor: limpiarme los huesos y cambiar de asiento.)
Pero no se trata ahora de contar los sucesos, a
cada cual más desafortunado, sino lo peor fue quedarme en aquella estancia de
improviso, sin que nadie antes me hubiera avisado, que drenar simplemente una
herida, suponía un ingreso sin aviso cuando uno sólo está preparado en la vida
para ingresar hacia donde camina. Además, estando “apartado”, sin que tampoco estuvieran autorizados a manipular ni regar con suero fisiológico los bordes de
una herida.
Fue pasando el tiempo, fue llegando la noche a
la que tanto temo, con lo único bueno de estar lo mejor acompañado posible. Así
se me cayó del todo la noche encima, víspera a una víspera de cumplir más años
de mi propio calendario y a mi alrededor, por los pasillos de mi ya tantas
veces conocido recinto, apenas un silencio, los pequeños ruidos de estar de
guardia quienes estaban de guardia, y mientras yo, al dejar pasar así de mal mi
tiempo, empezaba el recorrido de ir perdiendo el potencial de mis recursos, mis
maneras de sacar refuerzos para los esfuerzos necesarios. Eso es lo que estoy
perdiendo. En mi caso, de tanto ejercitarlos, más de veinte años, me voy
sintiendo debilitado.
Esa es la peor dolencia, para evitar esto es
por lo que lanzo el grito que me queda dentro. Carencia de recursos,
disminución en mi búsqueda de esfuerzos, no haber sido capaz ante el clima de
susto que me dejó caer entre las manos dulcemente aquella joven y tierna mujer de
bata blanca, de haberme resistido, haber sido capaz de decir no me quedo,
prefiero sentirme con mi mínimo aliento como he venido haciendo hasta ahora,
con pasos inseguros, con la debilidad de mis países bajos, pero la cabeza lo mínimamente amueblada para saber dónde
estaban las personas que me estaban queriendo.
Fue más poderosa la voz enternecedora, ante el
riesgo propio, de la joven mujer que se ocupaba de mí y acababa de conocer
hacía tan solo unos minutos. Se llamaba Ana y hasta supo terminar sus palabras
secándome las lágrimas con su beso, con sus palabras que anteceden al aviso de
un estado de coma o la amenaza severa de “te la estás jugando”. Sentí su
mejilla junto a la mía como para darme ese esfuerzo que ya no tenía. Todo me
venció, todo acabó con lo más valioso que siempre he sentido, mi capacidad de
lucha: le di la razón, sentí miedo, rendí mi resistencia.
Pero que nadie me lea con una capacidad de preocupación
mayor de la debida, que eso sí, es suficiente. Bastaron 24 horas, lo que me
duró aquella mala noche, una amplia explicación para confirmarme los serios
peligros que tengo dentro de mi ser, partiendo de una vieja cicatriz, con el
nombre propio de haberse fistulizado hasta el hueso, para salir de nuevo por la
puerta por donde vine. Ya tendré tiempo si hace falta, de volver al camino donde
he estado ya en tantas ocasiones. Que me lleven, que hagan como que camino lo que
ya no pueda caminar. No voy a ser el primero, ni el último cuando me llegue ese
momento. Mientras, seguiré leyendo, acercando a mis amigos esos libros,
temblándome las manos con un libro de buenos versos.
A menos eso sí, que llegue todo un poco más
tarde, que no tengan razón los que siempre le echan la culpa a mis huesos. Que
me dejen terminar de viejo, siendo viejo, pero no como la otra noche “apartado”.
Nunca lo estuve del mundo, aunque siempre me haya acercado a través de los
libros. Mentiría si dijera que la otra noche no cogí ninguno. Al menos con los
versos que me han servido en el título, siendo propio, además los que he leído de
“Climax road” de Vanesa Pérez-Sauquillo: “Cualquier gesto en la vida/exige
esfuerzo”…/“Merecerá la pena la batalla”. Porque es verdad, sus versos tienen
esa belleza “antigua y agresiva”. De ellos me ocuparé en el sitio debido.
Me ha valido la pena todolo que he hecho hasta ahora, me va a
seguir valiendo, hasta secando mis lágrimas en la mejilla de una médico
residente en un momento de debilidad cuando sentí que se me iban terminando los
esfuerzos. Iré a buscarlos de nuevo.
11 comentarios:
Querido,una noche sólo fue suficiente,no nos dejes por más tiempo.
Siempre pienso en ti y te deseo que esa débil salud de hierro te mantenga de pie esos cien inviernos prometidos.
Besos
Fran querido.
Dejarte un fuerte beso con punto y seguido.
Con el cariño puesto.
María.
Querida Reyes, seguiré buscando recursos. Mis huesos llevan mucho tiempo siendo frágiles, pero siempre limpios hasta los cien años prometidos.
Un beso
Gracias, María, siempre me hace falta tu ayuda de la forma que sea.
Un beso
Cuantas cosas pasan por mi mente,¡cuantas cosas te diría| Desgraciadamente (no es excusa ) Tengo mi marido con un parkinson,demencia y tantas cosa que para que contar penas .Tiene 64 años y aparentemente es un anciano de 80,así es el diagnóstico médico.
Mi vida es un debate entre cielo e infierno.
Te comprendo Fran y sabes que te aprecio desde hace tanto tiempo.
Perdona sino contesto de forma asidua,como me gustaría.
Un fuerte abrazo.
Ana
Conozco Ana tu calvario. Las enfermedades forman un círculo, donde están los que las padecen y sus personas más cercanas de cariño. Estoy seguro que serás de gran ayuda.
No te preocupes por mí. Siempre que puedas tus palabras me llegarán conociendo de tus dificultades. Gracias por ellas.
Un beso
Estimado Frank:
Solidarizándome con usted quisiera ofrecerle algo que espero y deseo de todo corazón le acompañe en su soledad. Es un lugar donde puede descargar audiolibros gratis (albalearning.com).
Si considera que mi comentario no es pertinente le ruego que perdone mi osadía.
Un saludo afectuoso
Gracias por tu información de página de literatura, siempre, por lo tanto claro que procede. La veré con calma.
Mi afectuoso saludo
Gracias por tu información de página de literatura, siempre, por lo tanto claro que procede. La veré con calma.
Mi afectuoso saludo
Querido Fram: la verdad q me extrañaba tu ausencia, pense q tenia problemas mi PC ya q era imposible abrir tu taller, pero ya lo consegui,de regreso en casa, sin prestar atenciòn a q nos falta para completar mis enfermedades, pero loo mejor es como haces tù, olvidarlos y seguir adelante, quejarme seria una ofensa, pero si valoro las limtaciones,aunq a los demàs ni se las nombre, consejos no faltarian y entre ellos quedate en casa y no viajes tanto, tu mejor q nadie sabes de tus posibilidades y hasta donde llegar, para no deteriorar lo q nos queda.Mis deseos es seguir con tus escritos, oportunidad de aprender y valorarte, se q cuantos te rodeen seguiran amandote, con una sonrisa, las lagrimas de felicidad de tenerte con ellos.
Cuidate... mucho... mucho. q siempre estàs en la mente de cuantos leemos y te queremos.
besos maria dolores.
Querida María Dolores, perdona el retraso, mis tiempos de red son cada vez menos, y eso que bien vle la pena si se pone detrás de tus siemprebellas y cariñosas palabras.
Un beso
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