miércoles, 5 de enero de 2011

SOMOS LO QUE HEMOS SIDO


Le sigo la advertencia al novelista y poeta Carlos Marzal en la colección de cuentos “Los pobres perros desgraciados hijos de perra”, con la previa cita de Stevens: “-No hay que sacar conclusiones morales. La gente se limita a hacer las cosas lo mejor que puede-.” Y explicaré la confirmación de lo que he hecho y por lo tanto lo que soy. No hay distancia dentro de mí, ni negativa en la vida, me lo han hecho ver carca de 200 maravillosas imágenes de la página “Magnum Photography”, la elección en su temática, la lectura, hecha magistralmente por un fotógrafo de voz, de gesto, de intención, Antonio Martínez, que ha puesto, dentro de un CD, un regalo de luz y respuesta a mi vida, esa misma vida mía que una tarde yo le contaba a la que no le encontraba la luz ni su rigor más verdadero.



Habría naturalmente que cerrar ya este post de todas las palabras que me vinieran aún por aquello de que son “mi perfume y mi lepra” diaria”. Pero cariño por cariño, hoy tan solo veréis quienes me leéis la imagen de la portada, “Leyendo”, y con ellas pretendo que esté el testimonio de mi gratitud a Antonio.


Él se calla y mira, roba la imagen en silencio, la trabaja luego en las mejores horas de su tiempo y la imprime -como la permanente “Cenicienta” para mí, en un papel al que hay que tenerle un enorme respeto para poder tocarlo- para poder tener la imagen que representa, entre nuestros dedos. Fue portada de mi página literaria del mes de noviembre pasado.


Somos lo que hemos sido y poco más alguna vez. Si me pongo a repasar me entra como una especie de miedo, de cansancio antiguo a esta altura de la vida. Es verdad, a veces todo es cuestión de un poco más de suerte, no sólo nuestro esfuerzo, la capacidad de resistencia, el tono del amor cuando amamos. Y luego van sucediendo las cosas y nosotros las vamos narrando con una capacidad propia e innata que no puede negarnos nadie.


Leo, Antonio, para eso, para contar lo que nos ha pasado a unos cuantos ya que nuestra capacidad narrativa nos la guía y nos la ilumina el opiáceo de la palabra. Tú lo sabes de mí, tú me lo explicaste aquella tarde cuando te decía en uno de esos momentos verídicos de derrumbe que todos tenemos a veces en la vida, que no había hecho nada. Casi te enfadaste, por eso ahora, desde tu mundo imperdonable y bello de la imagen me lo has ido buscando en “Magnum Photography”, y la otra noche me lo diste en forma de esas imposibles fotografías que son la vida, que son mi vida. Quienes me leéis, iréis viendo algunas porque son 174 maravillas.


No lo he tenido fácil, sabes, lo único leer, me vino pronto el rostro del dolor y tuve que convivir con él, por eso de alguna manera leía tanto para no hacerle caso, para tener que contar el dolor ajeno y ser generoso con él. A la vez me resultó conveniente apuntarme a la figura del amor, al triángulo de su umbral, a su música, a su armonía. Qué bello cuando cuenta Carlos Marzal en sus “Tierras hondas” luego de hacer el amor en los escasos segundos de vestirse una mujer “ese siglo de esplendor gestual, la más antigua danza ejecutada con movimientos de gracia absoluta”; su manera de descubrir el sexo, la carne absoluta de todas las mujeres, la carne del mundo que era la de su amor.


Ves, Antonio, tienes que entenderlo, sin los libros poco queda de mí, sin haberlos leído; luego ya puedo con casi todo, ya me da lo mismo los cuerpos extraños de una vieja cicatriz en amigable compañía mensual del Aumentine Plus, ya no abandono, ya reconozco que soy lo que he sido, lo poco que haya sido, en esas imágenes donde en todas, en todas hay alguien leyendo, cumpliendo el más hermoso rito de la vida.


Así luego igual que me vendrá la fuerza, tendré palabras para todo, les dedicaré estas a quien supo reconocer el valor de mi profesión, lector, ni más ni menos, quizá porque no pude llegar a otra cosa mejor. Huelo siempre a libro, ese es mi denso y perenne perfume como el que forman la estirpe de las hembras fuertes. Y escribo si es posible con el más importante erotismo que encuentre: mi cultura histórica es la forma del cuerpo de una mujer.


Y después de cada lectura me quedaré con las palabras como el único patrimonio que tengo y que no puede heredar nadie de mí. Son mi fuerza, mi conciencia, la última herida que me queda, mi goce al verme en cada foto de las que me has regalo, mi única manera de darte las gracias, Antonio Martínez Carrau.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Un placer leerte....de cada lectura me quedaré con las palabras como el único patrimonio que tengo y que no puede heredar nadie de mí. Son mi fuerza, mi conciencia....

Vale la pena recordar que fuimos felices, que fuimos algo para alguien una vez más, que dejamos de serlo cuando cambió el momento.
Vale la pena recordar que los momentos tristes nos hicieron detener, y que el tiempo detuvo su marcha.
Vale la pena recordar aquellas cosas que aprendímos, tal vez de la manera que no esperabamos...pero ¡¡¡ aprendisaje al fin.!!!
Siempre.....
Ana

Anónimo dijo...

Regalo maravilloso ese que te ha hecho quien seguramente bien te conoce, quien sabe que a cada una de esas maravillosas imágenes añadirás una historia con ese verbo fácil que parece manarte de una fuente inagotable y que sin duda canalizas a través de tus emociones hasta hacerlas llegar a quienes apabullados asistimos a esta sinfonía de imagen y pentagrama lingüístico.

En algo te equivocas al decir que nadie heredará ese patrimonio de la palabra, porque tu herencia ya está perpetuada en quienes un día tuvimos la suerte de leerte.

Bienvenido de nuevo a casa y desde este nuevo año, mil besos.

Bolboreta

Fran dijo...

Y un placer tu respuesta, Ana, las palabras y las que me envía la mejor de la red son juntas mi patrimonio.

Sirven para recordar, para amar, para ser uno mismo, para aprender como dices.

Siempre, pues, Ana

Fran dijo...

Si, Bolboreta -que no sólo te noto volar sobre mí, sino posada plenamente para darme fuerza y alegría- ha sido muy bello el regalo de Antonio, pero el tuyo, estar aquí, en tu sitio de siempre es la seguridad que tengo para que este año será mejor.

Me hacía mucha falta ese vuelo tuyo, esa confianza para darme la que necesito estos días precisamente. Tú has sido una maestra en la vida de lo que es la resistencia, una leyenda para mí cuando me lo has contado.

Dices que has tenido suerte de leerme. Hacerlo yo contigo ahora, ha sido un lujo.

Que te lo pague la vida y jamás te alejes de donde estás, jamás.

BB dijo...

Auténticas maravillas esas fotos, pero más hermosas son tus palabras,que siempre espero, que siempre sigo, ávida de esa especie de caricia, de esa repetida emoción que siento al leerte.
Podría decirte muchísimas cosas, pero todas te las han dicho ya. Entonces solo me queda enviarte mi abrazo, que aunque te llegue desde tan lejos, será el más cálido que quizás recibas y que lleva los mejores deseos para ti, mi querido Fran.
Un beso
BB

Fran dijo...

Te queda siempre mucho por decirme, BB, tú con tu lenguaje de tierras lejanss pero hermosas y con un sentimiento y una calidez que sabes, sé valorar como mereces.

Yo también te mando un cálido abrazo para que el año en que ya estamos te de lo mejor y me sigas leyendo, no dejes de hacerlo.

Anónimo dijo...

Antes que la vida nos derrote Fran querido, un beso, sé el valor que eso tiene.

María

Fran dijo...

Cierto, María, el beso tiene un valor enorme, proporciona la confianza de la carne, el hábito de los amntes.

Eso hace que la vida no nos derrote nunca,

Pues, un beso

Dol dijo...

Precioso post .
La luz de esas fotos te alcanzará siempre.
Un beso, Fran.

Fran dijo...

Y tu palabra y tu cariño sé que también.