sábado, 15 de agosto de 2009

Me he puesto un parche de mujer en el pecho


Llevo sobre el pecho un parche de un opiáceo, Transec35, para calmar el dolor, lo cambio cada tres días y medio, sólo, frente al espejo, recién salido de la ducha. Pues a la vez, estos días, que se me está acabando el verano, he decidido a la vez que calmo los dolores de mi cuerpo, adherirme así como si fuera el resultado de mis sueños de hace siglos, una fornicación del subconsciente, la manera de tener un apogeo de luz y actualidad allá donde más nos asomamos para apaciguar los desesperos. Todo eso en forma de parche de mujer.


Me sentía demasiado en la rampa de bajada, sin tener por qué, y tomé la decisión de inmediato, de adherírmelo. Se me acercó más que nunca una mujer y consideré de inmediato en besar su carne húmeda y vegetal, la que hay al final de los besos en la boca, esos besos del comienzo y del final. Ella me fue preguntando por mis cosas de fuera, intercambiamos escribirnos despacio, sabe hasta dejar un poema con dueño para siempre, un poema que nadie me había escrito parecido en los más recientes veinte años que uno siempre tiene a mano; me dijo más o menos vente aquí, luego tendremos las certezas que siempre se recuerdan luego.


Es una mujer que cubre con sus manos la lumbre de la evidencia, me pregunta cada vez que la llamo al contestarme, como quien devuelve con su seguridad la pregunta en respuesta, “¿qué pasa Fran?” Tiene belleza, maneras que no tiene nadie; “qué pasa Fran” no me lo había dicho nadie en mi vida, cada vez que lo dice, es como soñar con ella, sentirse uno necesariamente bien. “Qué pasa Fran” y ya no puede pasar nada más que un baile, ese beso de que hablaba, eliminar cualquier presente triste y pálido suyo o mío; es otra vez un retorno a las ganas de la vida nada menos.
Se me estaban yendo y sin embargo me las trajo como un obsequio para que me pegara la pegatina, el parche de felicidad para eliminar las gotas de amargura que tenía, con el parche me venía a decir, la felicidad la tienes ahí a mano, tiene un parecido a una blusa de seda, como una vuelta al sueño de las cosas insignificantes que me advirtió que podía ser capaz de hacer.


Así me siento todo yo de nuevo, entero, otra vez sobrante de caricias. El parche de ella no me puede ofrecer vivir un poco más, nadie sabe, pero sí vivir más plenamente las cosas de esta vida. Es un parche que sirve para sostener la debilidad que tengo suelta, puede hasta ser el sueño de una entrepierna a mi alcance, siempre cerca, y la lengua de su boca en la mía. Eso es entereza y fortaleza; eso, el tono que tenía que lo tengo de nuevo, es una evolución, una aproximación, un climax que se te queda para siempre.

Es, sobre todo, una cuestión de comunicación, de piel, una cuenta sílabas de las palabras que nos vamos a decir. Sé que su piel tiene sobre mi piel una línea infinita de felicidad, una tinta de saliva cada vez que uno le hable al otro, el espectáculo conmovedor de la inmediatez como sea cuando hasta las palabras fallen. Saber significa salirte de tu propia piel. Al menos intentarlo. De vez en cuando. Pues me pasa cada vez, renuevo el parche del opiáceo, le doy un mensaje de silencio al dolor, pero ella no hace falta, se pegó para quedarse como si fuera una princesa de cuento, la sinapsis de la materia unida.

Quiero, es muy sencillo, que me deje cultivar sus laderas mudándome de piel cada día para ser uno con sus cambios con sus ecos. Esa será mi manera de llevar esta adherencia. Estamos siempre buscando quiénes fuimos, en los espejos y en las sombras, aunque la piel devuelva a la realidad la evidencia de que esa juventud ya no existe. No quiero devoluciones imposibles, quedarme como estoy, sentirme propio, en cada lado un parche, pero en uno toda mi aspiración, mi existencia.

Ya lo dije: un parche se llama “Transec35”. El otro no necesita comillas: Reyes Vaccaro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ostiaaaa, Fran , nos queremos nos queremos !!!!!
Y te diré más :
aquí en Sevilla se ha celebrado la virgen de los Reyes , por la que llevo este nombre , con lo cual considero este post como un regalo por mi santo, el mejor que podría recibir .
¿Un parche con mi nombre??
Antidolor y anti estrés???
VIVA !!!
Mil besos, Fran.

Fran dijo...

Que nos queríamos ya lo sabía, lo de la Virgen de Los Reyes Vaccaro, me lo dijiste.

El parche me lo pegaste tú y suprimiste todas las cosas malas que tenía a mi alrededor.

No midamos los besos porque seguirán.

Anónimo dijo...

Pienso q nuestro trayecto por la vida, es eso, un parche sin dolor, si aceptamos ese dolor como algo pasajero, algo q va y viene, al descubrir q la parte positiva de la vida permanece en pie.Si la receta es ponerse el parche anti dolor, lo haremos, la receta anotada.Habrà q estudiarla.
Tu cuida ese parche q tanta ilusiòn te da en la vida y sigue adelante con tus palabras.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Sabes, María Dolores, estar en el sitio mejor, hacer el comentario más fácil, más oportuno. Haré que mi parte positiva siga en pie y el parche de mujer, yo al menos, lo llevo puesto.

Gracias y un beso hacia delante.

Recomenzar dijo...

Muy interesante tu texto El parche con nombre me haces pensar y sonreir con tus escritos Tu alma abandonada con misterios de noches que se ven sin ser vista y entre las tinieblas de la noche misma te cantas ....en la noche que comienza.Soy yo, soy lo que soy.. y lo que dejo de ser, soy lo que fui, como lo que sere, soy lo que me gusta y lo que no me gusta,lo que quiero y lo que odio. Soy un blues,un tango,un son soy quizás una canción

besos de mañana

Fran dijo...

Difícil colgar una respuesta, Mucha, al post mío, pero tú eres capaz de hacerlo todo bien.

Ni yo mismo sé lo que soy ni sobre todo lo que puedo dejar de ser en cualquier momento.

Tu beso de mañana me los quedo hoy