Que ya es mérito, una garantía de supervivencia, mejor o
peor, pero una especie de guardia permanente. El limpio silencio de la ropa que
se va haciendo vieja con su sombra en el suelo y el hábito de ponerse cada día
la misma para no tener que pensar demasiado. La estrechez que tienen las
palabras cuando las has usado demasiadas veces, el apoyo de quienes te escuchan
más poderoso eco que la simple lectura.
Avanzo, y ando dándome cuenta que es mucha historia con
escasos puntales para sostenerla y el empeño de enriquecerla. Es sencillo el
recorrido, ese café imprescindible que voy mezclando a días entre una cápsula
hermética y limpia y el aroma y el ruido que avisa que ya lo tienes, del de
siempre. No es que uno sea mejor café que el otro, son diferentes y como todo
lo diverso, necesariosLos mecanismos de estudio que me quedan son, por ejemplo, la selección de la Cámara Alfa o el Mini Bridge de Photoshop; mi primera Web de acérate a los libros de Dreeamweaver; o las novedades de Mountain Lion de Mac; y saber en esa doble maravilla encadenada de “Finales y Temas de Ajedrez” del argentino Copié dónde está el impulso ganador de ese Alfil en e5 cuando ya ni me acuerdo que en el mate Legal hay que sacrificar la Dama. Esos mis estudios son como una especie de compañía a la desnudez del libro abierto en las manos o sobre las rodillas, casi a veces en el ángulo quieto desde donde leo. He aprendido tan poco y me queda escaso tiempo para descubrir saberes que no sabía detrás del verbo transparente que tiene cualquier tipo de enseñanza. Viene a ser como un intento de acercarse a una compañía diaria y permanente. Aprender algo tiene caracteres de cariño, límites de entendimiento y cultivos del esfuerzo. Es mi rotunda negación a quedarme quieto ya que mis piernas me lo vienen pidiendo insistentemente.
En la elección diaria, en la manera de distribuir el tiempo,
en el coraje que aún me queda cuando algo aprendo, en la envidia de poder
saberlo hay detrás siempre una planificación previa. Por eso es bonito cada
noche, estar dispuesto a regalarle al día que te venga nuevo, eso, un
aprendizaje nuevo. Casi a punto de acostarme pongo en orden mi trabajo voluntario
y costoso que luego –estoy antes siempre seguro de ello- se quedará incompleto.
Da lo mismo, es hermoso pensar que mañana
voy a llegar más lejos antes de un final sin sentido.
Me apoyo sólo en eso, las sujeciones de mi vida las aportan
mis esfuerzos casi como una manera de engañarme desde lejos y una compañía
permanente, tantas veces enriqueciendo nuestros silencios. Estar con alguien
casi totalmente quieto –lo he probado- sin tocarlo, apenas notando el aroma que
tenemos todas las personas pero sabiendo que detrás hay un mundo de certezas, de
maneras de entenderse, casi como si fuera nuestra silueta.
No hay otra, lo mismo de siempre cada día, cada una de las
veces como si fuera el final de una correspondencia o de un silencio. Alrededor
también las mismas cosas que me bastan o que me sobran muchas veces, las que
durarán más que nosotros. Qué bien que permanezcan los libros donde están o en
cualquier sitio; que los lean otros o que sean solamente una convivencia
enriquecida creando nuevos cauces de
cultura y compañía.
Lo mismo de siempre porque me importa convivir y aprender
con quien lo vengo haciendo y como lo vengo haciendo. Nada especial porque lo importante nunca se cuenta. De
esa forma la vida que aún tienes es como una especie de madera envejecida por
las conversaciones y los años. No, no se madura, se envejece y no he encontrado
otra fórmula para negarle poderío y realidad al cuerpo que saber al final del
día, una cosa más de la que sabía. Estoy en ese tiempo en que se analiza el
tiempo, el revés de la vida.Pero me sirve para poder cada día entretenerme, a mi manera, para oponerme a la prisa con ternura; a que el sudor no me moleste porque puede tener forma de recuerdo; a poder demostrarme algo a mí mismo todavía ya que no tengo que demostrar nada los demás. Es mi propio desafío de la riqueza de las cosas de siempre que traen de nuevo sorpresa y creación.
En la hora de los últimos cuartetos, siempre quiero que no se me termine el libro que estoy leyendo, que permanezcan vivos mis mejores signos aunque a veces supongan una simplificación. Detrás está lo mejor, lo que me queda como les pasa a los poetas que tienen el poder necesario del silencio en una intimidad adulta, la que tengo todavía como si estuviera ahora escribiendo en la mesa de algún bar con poca iluminación.
Pero de lejos el ruido de los besos que le doy cada día a la vida.
9 comentarios:
Tus escritos,ambiciones,deseos de ser tu mismo cada día, para ser música de terciopelo
verso de poeta en la cumbre
allí donde se adivina lo imposible
y lo real es fruta sin nombre
Te aprecia.
Ana
Es lo que es lo único que sé contar, lo que soy, lo que intento explicar una y otra vez. Manuscrito, puede ser, de aspirante a poeta, como dices, Ana. No sé si real o imposible, quizá.
Un abrazo
Mucho has tardado en dejar las palabras. No vuelvas hacerlo queridísimo mío, ya sabes que tus verbos y adjetivos son bálsamo para el alma.
Un fuertísimo beso,
María.
Si estás ahí, María, no tardaré.
El mismo beso
Maria tiene razòn, nos tienes en el olvido, o es q prefieres leer las novedades q se publican y nos dejas ahi arrinconadas, sobre la mesa q muchas veces ni se sabe q depositas.
Deja de quejarte, q cada dia has de plasmar aquello q sueñas o prometes al acostarte, los dias pasan deprisa, al menos eso me digo yo, llevo màs de un mes fuera de casa y aun sin poder recorrerlos lugares q me traen vivencias, ver los ramales de perros q salen a pasear y conviven en las plazas y esos escaparates q cambian , aunq para mi siguen igual, el teatro, q ya esta ultima vez, si no leo el guion ni me entero de q va, sin decorado, solo escaleras metalicas de dan vueltas y ropa como si fueran al mercadillo, eso ,si, una gran acción las camaras diestras y rapidas en sus colores, con la peculiaridad q sus castellano, a veces hay q descifrarlo y te pierdes parte o un casi todo de la obra.Pero es asi , la moda, quizas para inteligentes y no gente del pueblo.
No nos olvides, cuidate y mil besos maria dolores.
Me quejaré siempre que quiera, que me lo pida el cuerpo para hacerle el debido caso. Y escribiré cuando la petición venga del alma o de los sentimientos. El tiempo no lo cuento, los espacios tampoco, esos lugares afectivos que reabren las neuronas.
Mientras me cuido y te mando un beso
sin olvidar, q te esperamos.
besos maria dolores.
La palabra se hace impalpable cuando no se pinta de tinta, es simplemente una idea que desaparece en la mente mientras es llevada por el tiempo, tiempo que no existe más que por un movimiento sútil de los actos. El camino se abrió una vez más, he comenzado a transitarlo con una madurez que me resulta casi extraña, tal vez porque se nos van cayendo las pieles a medida que vamos avanzando en edad, esas pieles que se hacen tan pesadas, aquellas que mosrtamos al mundo para esconder el alma.
Un abrazo Fran.
Ana
Conociéndote por tus muchos comentarios a mis palabras, tu madurez siempre nos aportará riqueza a los demás y tú misma disfrutarás, apartando las pieles que, efectivamente, se nos van cayendo a todos.
Un abrazo
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