lunes, 11 de junio de 2012

CICATRIZO LAS HERIDAS ESCRIBIENDO



Porque busco la dignidad de los finales, cómo terminar mejor de hacer las cosas, cómo evitar dejar señales sin arreglo cuando tuvimos antes la solución en nuestras manos. Pero es que la culpa, el darnos ahora cuenta, la tiene como siempre el tiempo, lo deteriora todo, no se queda con el físico únicamente, existe un cansancio junto a él y el error que supone hacerse demasiadas preguntas, porque precisamente la perfección desaparece cuando uno se empeña en preguntar. La dignidad debe estar, pues, en la parsimonia de que hablaba hace unos días explicando mi forma, mis maneras en la lectura.

Es preciso, pues, curar las heridas hasta con lo que en la vida ha tenido precio puta. Por eso escribo teatral, pero distinguido, me gusta expresarme siempre con la sensualidad al alcance de la mano, con las palabras lo más exactas posibles a lo que estoy pensando, a lo que estoy mirando. Con el último libro de viajes en la mano, con “La huella jonda del héroe” de Montero Glez., por ejemplo, “la sensualidad que se esconde entre los muslos de una mujer.

Así escribo casi siempre, tampoco me precisa mucho que otros me marquen el camino, me gusta desde siempre, la veneración a base de adjetivos y metáforas lo más precisas que puedo. ¿Qué heridas tengo que curarme, pues? Caramba, las de siempre y más ahora que cuesta más estar vivo, tener los dolores entendidos, que te preocupas por llegar en mejor estado a los finales. Te vas haciendo viejo, y el tiempo ya no pasa tan lento.

Pero por eso sigo y todavía, me arriesgo, hablo sobre todo con mujeres que tienen cultura y canción, como si mirarle en ese caso los pechos fuera un descaro cuando es una especie de gratitud. Sigo por la calle, si es preciso, los tacones indecentes de una mujer. Tengo la ventaja que como mis andares son muy a destiempo, pues me sobran las ocasiones, el momento.

Me puede la literatura como si fuera la mejor forma de memoria y de deseo, una mezcla insistente a la que encima le doy rituales personales. Ya dije que leo parsimoniosamente, me place sobremanera el libro que tengo en las manos, pero arrastro por anticipado unos índices de excitación al elegir el siguiente. Muchas veces hago trampas con ellos, irrumpe en la mesa de novedades, o avisa en un suplemento literario ese libro que necesariamente como si fuera un deseo de mujer, está esperando, una  especie de aviso que me pega de lleno y no me deja escapar. Hasta me apresura a terminar el que estoy leyendo y dejarlo ya de cuerpo presente.

No sé cómo encontrar, pues, la dignidad de los finales, curar todo lo que sea curable; no sé si hay que seguir haciendo como siempre, como si tal cosa, si es válida hasta que acabe la materia prima con la que me muevo porque sólo me hacen falta las palabras para los principios y me parece que también para los finales.

No quisiera quedarme con ningún desaire. Ya sabéis mis obligaciones con el cariño: querer hasta que me quieran, con mis ojos viejos pero siempre encendidos, con la vieja esencia de las letras que siempre llevo puestas. Mis sueños imposibles en el vértice de lo posible, así se encuentra entre las páginas de los libros que han sido las partes de mi vida, los matices, las caricias, hasta los finales.

He vivido a cuestas muchos años anclados a un andamiaje demasiado inmóvil, los puntales por en medio en cada paso casi que daba. Sólo supe emplear un mecanismo: luchar contra las dificultades para poder vencerlas luego. Quizá podría servir como una curación total escribiendo, la mejor huella que he dejado luego al ir abriendo entre palabras mías y hasta prestadas las maletas cargadas de memoria.

Escribiendo me he ido curando hasta donde era posible de esa especie de soledad que todos tenemos a veces y no le pertenece a nadie, ni a los seres más queridos, o que tienes más cerca. Y curiosamente he contestado los comentarios como si nos conociéramos de antes dentro del amplio edificio de respuestas que siempre tiene un hombre que sólo las mujeres saben.

He ido dejando caer aquí pedazos de mi vida como se debe hacer siempre, con lo más importante, la carga de sentimientos que traían. Me olvidaré de cómo escribiré los finales que vengan. Quizá quienes me leen saben que no soy más que un invento malogrado, esclavo de mis propias palabras.






7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya no hay heridas para cicatrizar, tus letras tus palabras ya lo hicieron, no pienses q hay algo q zanjar, ya en nuestros momentos, solo queremos seguir atrayendo. seguir conquistando la vida, la vida es todo cuanto nos rodea y felices de sentir q nunca falta la mirada de atraccion, aunq tengas q estar fuera de tu entorno para recibirla,no siempre notamos q el q nos ama y està a nuestro lado, es ese, lo consideramos ya un traje, q siempre està en nuestra piel, y porq no sonreir a esas piernas, o ese garbo q algunas mujeres apesar de la edad, siguen como coquetas q somos ahi, esperando la mirada unida a ese piropo q ya no escuchamos, pero si, lo dicen sus ojos.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

¡Que respuesta más bella, María Dolores! Llevas razón, ni le haremos caso a la cicatrices si es que las hubiere. Y mantendré la atracción que siento y necesito de la mujer, porque sin ella no se puede vivir.

Besos

Anónimo dijo...

Existo

Con una sonrisa tenue y como glacial en el viento, pido esa oportunidad para seguir aprendiendo. Pido buscar y hallar pensamientos para analizar mi tiempo, para esas experiencias que enseñan el comportamiento, del aprendizaje y del puro sentimiento, estar segura donde estoy y creer en mi propia persona.
Hoy me he levantado pronto ,quería ir a Misa temprano y comenzar con buenos propósitos este sendero matinal, quizás demasiada calma,en el aire tal vez un sosiego desmedido,tras un agitado sueño. Los sueños reales suelen a veces dejarnos el cuerpo cubierto de frío y olvido. ¡Bello fue mientras duró! dice el dicho, bello es seguir manteniendo la cumbre despejada, hermoso contemplar cada instante esta mirada, la más pura, la más clara, la más dócil, la más templada, la única verdad sin máscara en su cara, ni en sus notas y mucho menos en su resplandor matutino; ¡la verdad y claridad de la mañana!. ¡¡¡oh amigo Sol !!!! Tu poder es grande me has secado la ropa y puedo planchar sin agobios.¡Gracias !.

Duerme aún el pueblo, todo en calma ,la brisa de la mañana habla bajito para no despertar este sueño de la nada. ¡Ella! ella, piensa; ¿es este un verso perdido? tal vez un pensamiento acribillado. Se percibe el sonido del espíritu, también un vago canto de un solitario pajarillo, las musicales locas campana de la Iglesia bailan para despertar del sueño del infinito, ellas como ¡ella! bailan y cantan y rezan...
A pesar de la fragante brisa matinal, el silencio dentro de mi recinto interior es fuego y llama que comienza a calentar, es verdad que empiezo a analizar, ¡es esto verdaderamente real! es error, es sueño. ¡No! esta vez no desnudaré mi alma, no frenaré el corazón, no pararé el pensamiento, me daré esa oportunidad para seguir aprendiendo, experimentaré si es real todo esto que dentro dulcemente anda latiendo...

Un abrazo
ANA

Fran dijo...

Verdaderamente, Ana, podía haber sustituido mi post por tu reflexión, verdadera, sentida, hermosa.

No, no es un sueño lo que escribes, es una invitación a reflexionar como lo has hecho. Debe ser que la brisa matinal te ayuda unida a tu gran capacidad en la expresión.

Gracias.

Un beso

Anónimo dijo...

Precioso ANA, ello me da impulso a querer dialogar, con lo q sentimos y no tiene cara.
besos maria dolores.

Anónimo dijo...

Estimado amigo:

He llegado a su blog por casualidad, como a menudo se llega a los lugares maravillosos.
Deseo expresarle mi apoyo y mi solidaridad.

Gracias por ser y estar.

Alba

Fran dijo...

Pues ya tienes sitio, Alba. Qué bello nombre que me trae recuerdos.

Besos