viernes, 19 de agosto de 2011

ALGO EN COMÚN


Han pasado los años, igual que un vicio eterno, qué se le va a hacer. Permanece una convivencia de puertas abiertas, de ocupaciones diferentes, de formas de estar solo pero con una esencial compañía. Alguien lo apreció y le dio el mejor calificativo que tenía: se os nota algo en común.

Ya no hay besos nuevos, tienen también el cansancio que en todo aporta la vida aunque se parecen mucho a los que nos dimos en el pasado. Siempre queda el roce de las manos, adivinar el mejor momento, los sueños inminentes pero que no llegarán, sentirse cada uno más propio y más del otro, eso debe ser tener algo en común.

Tengo una especie de rara compasión por todo aquello que el roce del tiempo hace peor a las personas o las cosas. Es la exigencia de la entropía como una medida de desorden del propio sistema, esa incertidumbre pero a la vez seguridad en el deterioro, hasta voy perdiendo fruto de la incuria, mi habitual cuidado.

Pero entendiendo peor como es cada cosa porque pienso mucho en cómo han sido, de ahí que tenga que cogerme enérgicamente a las posesiones actuales que me aportan fuerza y ánimo, a la búsqueda de esa comunidad con otro que da valor a cualquier convivencia y más si es la que has sabido elegir y mantener.

Todo es fruto de lo mismo. Recuerdo el acierto de las palabras de Domingo Villar en “La playa de los ahogados”: “-y no te preocupes ya por mí. Ya maduraré. No se madura, replicó su padre, sólo se envejece.”
Porque perdemos o nos damos cuenta cuando estamos en él, ese cálido escalón que podríamos llamar madurez. Ya ni la encuentro, ni la recuerdo. Quizá es que no existió, porque vino sin aviso la vejez.

Lo he explicado más de una vez, me trajeron una manera antes de tiempo, y mi forma de protesta, enérgica y cálida fue no hacerle sitio. Por eso reclamo comunicación, seguir siendo como soy, tener ese algo común con alguien. Ha constituido mi forma de prolongar las tentativas hacia lo mejor porque en esa prolongación está precisamente lo que más satisface.
Vivir en la vida es ser capaz de no negarle nada a la vida.

Con maletas siempre preparadas para el sueño que alguien me quiera mantener, esa cercanía, la posibilidad de compartir la vida diferente pero común. ¡Qué hermoso y qué difícil resulta casi siempre! Vale la pena intentarlo, puertas siempre abiertas como he dicho, aromas de café en cualquier sitio, manera de madrugar respetando el sueño ajeno, una capacidad de escuchar buena música para que desde ahí comiencen los buenos sentimientos.

Tapizar todas las paredes de la casa con los libros ya leídos y los pendientes de leer reclamando su momento. La comodidad que impone querer estar precisamente cómodo con alguien. Todo ese tiempo junto crea una manera de entenderse, hace que los demás se den cuenta que tienes algo en común, nada menos, con la persona que quieres.

Voy a ver si término de una vez el verano y recobro el sitio que más quiero, un hueco que es tan propio que nadie me imagino que lo ocupe. Voy a seguir teniendo certeza que junto con un necesario declive me mantiene mantenerme, porque quiero, a la fuerza, con una resistencia extraña que tenemos los que no nos dimos cuenta que íbamos a madurar y nos habíamos ya hecho viejos.

Donde me encuentre, allá a donde vaya, no dejaré olvidado ese coraje nunca. Mejor llevarlo puesto, casi desde la nuca, cual si fuera a ser el resumen de mi persona entera.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Dificl es tener algo en comùn, hay mucha diferencia entre entenderse y compartir las cosas entrañables, a veces nos cerramos a dar a entender lo q necesitamos en esos momentos, quizas porq nos ceemos superiores y seamos capaces de superarlo, ahi viene nuestros fracasos, y màs si escuchas, crees q los demas averiguamos o entendemos q quieres , la verdad q nò, nos limitamos a querer todo lo q està a nuestro alcance, sin intentar corregir los errores, porq tanto silencio? cuando el alma se llena de inquietudes y solo quisiera q alguien nos diera la mano, para dar ese paso adelante, no se debe envejecer, si abanzar en el camino, lleno de sol y sonrisas.
besos maria dolores.

Fran dijo...

Fácil en absoluto no es, María Dolores, quizá el secreto más importante y radical sea en la capacidad de saber escuchar, de comunicarse. Da lo mismo que se trate de aciertos o errores. La verdadera conversación de uno comienza con tu propio silencio. Luego viene la mano, el paso adelante, todo lo demás.

Besos

BB dijo...

Madurar, hacerse viejos, no es otra cosa que vivir, mi querido Fran. Y seguimos caminando, tomados de la mano de aquel que tenga algo en común, de aquel que comparta los espacios o los silencios.
Y el camino podrá ser tan placentero como queramos. Apoyarse en lo que nos resulta habitual, nos da esa seguridad, que a veces, podríamos perder.
Y están los sueños. Es una maravilla conservar los sueños...
Mi abrazo, Fran

Fran dijo...

¡Qué bien, BB, página en blanco para ti. ¿Será que tenemos algo en común? Siempre es difícil, pero menos entre personas dentro de la cultura de la convivencia y los afectos.

Tenemos tantos silencios porque nadie siente cariño por sus desperfectos.

Caminemos por ese camino tan placentero. ¿Quieres? El que tienen lo sueños.

Un beso