jueves, 26 de mayo de 2011

CUANDO ME PARECEN UN ANUNCIO DE VIDA


Así elijo los libros, ese es mi criterio, mi tentación para ser luego mi decisión, libros nuevos que en ocasiones huelen a papel viejo por lo que voy a aprender de ellos. Libros cuya sensualidad se puede parecer a mujeres saliendo del mar sin saber antes de ellas. Libros colocados en los panelas de novedades de una librería que es una luz cogerlos para verlos, para que sepan de mí al mismo tiempo que sé yo de ellos. Sobre todo busco libros que me sirvan para no estar sólo. Cualquiera no me serviría, sino el escrito con paciencia, plegarias de un novelista, aquellos simplemente que al verlos me parecen una mujer desnudada adrede. Me pueden aportar como con “la acabadora” de Michela Murgia la enseñanza de la pobreza a la miseria para aprender cómo “hacer el puchero hasta con la sombra del campanario.”• Que con ellos mis sentimientos no cree distancia sino acercamiento. Esa es la base.

Soy hasta tímido eligiéndolos, tengo miedo a equivocarme, han de ser siempre tan buenos como he soñado con ellos casi antes de publicarlos. Pero me abrazo a ellos de noche, pienso en dónde colocarlos en mi página web, hasta las sugerencias tienen un orden, una manera de ponerse, de caminar entre ellas. Elijo, sobre todo, aquellos libros tan carnales que no necesitan explicar las partes de nuestra carne, somos su todo, salvaje y único. También elijo libros para aquellos días especialmente cansados y que me dejan luego sus residuos de descanso.

A veces me pasa como en ese bello cuento de Jorge Volpi “A pesar del oscuro silencio” donde cuenta que el personaje se llamaba Jorge, "como yo y por eso su vida me dolía dos veces.” Me lo recordó, tantas veces los libros me duelen dos veces, al escogerlos, al leerlos, al tenerlos por casa como cosa propia. Es exacto: me gustan y me duelen dos veces. Forman parten ya de las costumbres de mi vida y si alguien me pregunta por qué los había elegido, tengo la misma respuesta de su repetición y certidumbre.

Vais a entenderlo más, hay incluso libros que me gusta callármelos porque nuestras alegrías y nuestros dolores vienen cargados de previo o definitivo silencio. Los elijo si me puedo aferrar antes a ellos, tomo notas en la propia librería donde los ojeo y no hay tregua, me hago con ellos. No tenéis nadie ni idea del placer que siento cuando he sabido elegirlos.

Hay un periodo previo que a veces anticipa su puesta a la venta, preguntar por ellos como quien lo hace por quien sabes que va señalarte de alguna manera tu vida todos los días sin que apenas nos percatemos. Van a ser nuestra convivencia, la manera más sencilla de quererse sin pausa ni tregua alguna.

No sé si se lo dije a alguien otro día, puse el mismo símil, en su afecto, en su conocimiento. Me gustan y por eso los elijo para que puedan ser como una metáfora no estrenada todavía. Me gustan los libros que permitan que esa única vez de su lectura que no sea suficiente en la vida, me servirán para buscar en los demás los espacios donde aprenderme las confidenciases ajenas y poder hacerlas propias.

Tengo ahora unos días por delante de descanso porque quizá llevo demasiado tiempo “goteando cansancio”. Leeré si alguien comenta mi escrito de plaza pública y lo contestaré días más tarde, cuando haya acumulado una ternura única que tengo guardada, como alguien me escribió, para que no cerrara este espacio, porque es la forma que tenéis de adivinarme. A ver si puedo seguir llegando despacio al alma de la mujer, que como me ocurre con los libros es capaz de provocarme una forma de anunciarme la vida.

Un libro que he elegido, una mujer a la que escribo: la manera más perfecta de curarme las cicatrices, la búsqueda de una boca a la que aún le queden las ganas de la mía. Ese es mi presente, mi perpetuo presente cuando estoy escribiendo.

6 comentarios:

Dol dijo...

"Han de ser siempre tan buenos..." no te creas, querido Fran , que tú eliges.
Los libros te eligen a ti .
Y las mujeres que tuviste también te eligieron .
Si fueron buenos y buenas , eso es porque tú también lo eres.
Un beso.

Fran dijo...

Nadie me ha dicho jamás, Reyes, que los libros me eligen a mí, pero puede que lleves mucha razón y habrá que pensar en lo de las mujeres en donde estando tú me tranquiliza pensar que lo hice bien, muy bien.

Anónimo dijo...

Has hecho de las líneas y de los puntos y seguido vida.
Has aprendido leer más allá de las palabras.
Entre frases y metáforas ha trascurrido tu ternura.
Querido lector, amante y amigo de afectos sueltos, dos besos a página seguida.

María.

Fran dijo...

¡Vaya comentario, María! Con razón te rapté cuando estabas ya escribiendo con belleza y desenvoltura.

Con razón me hice lector, amante y profundo amigo porque siempre tendré las metáforas y la ternura que mereces.

Besos seguidos, como dices, "a página seguida"

Anónimo dijo...

Los libros se eligen de una estanteria provocando un espacio en nuestra vida, como el amor aparece donde una no espera, en internet tiene malas consecuencias, las letras, las palabras q te envuelven "sin q sea suficiente en la vida"sin analizar el fracaso, vigilada en paginas q solo son pequeños comentarios sin jugar con el amor, una forma de destruir lo q se forja con paciencia, ilusiòn y mil cosas q no vienen a cabo escribir.
Tendrè en cuenta de saber antes anteponer lo q se lee a nuestra vida cotidiana o llena de recuerdos y errores. A veces acaba con el sufrimiento.y vuelve una a intentar sobrevivir, con la desconfianza de frente, y el dicho, no volverè a entregar mi pasiòn y amor.Me quedo con los libros.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Sí. María Dolores, los libros jamás te traicionaraán, ni tendrás que vigilar las palabras de sus páginas.

El amor es otra cosa, bien distinta, más difícil, sea cual sea su origen.

Besos