lunes, 6 de junio de 2011
MEDIO PAN Y UN LIBRO
Cada vez me cuesta más acostumbrarme a los placeres sociales que en algunas ocasiones me intenta meter la vida dentro y yo me voy quedando fuera porque me cuesta acostumbrarme a esos placeres, prefiero los individuales, los que elijo yo cada vez que amanece. Esos me vienen dejando desde siempre los residuos de los que se alimenta mi riqueza.
Ha llegado a mis manos un hermoso documento: el discurso que pronunció hace 80 años Federico García Lorca al inaugurar la Biblioteca de su pueblo: “yo si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro.” Es bastante.
Siempre ando hablando de la misma riqueza quizá porque no tengo otra que ofrecer ni de la cual alimentarme. Claro que necesito como Lorca ese medio pan para saciar el hambre, pero a la vez un libro “para que mi alma no muera”. Junto al libro me llega apoyado en la vieja madera de mi edad la respuesta a todas las preguntas y a todas las necesidades. En el libro está la ilusión de prolongar esto como sea.
Leyéndolo en los libros he aprendido la belleza, el poder, la justicia y la sabiduría de los muslos de una mujer para luego poder contarlo fuera. Puede ser también la riqueza a la que me refería antes. Cuántas veces me han dicho que sé poner sobre todo escondida entre las palabras la tregua que siempre necesito para poder querer. Me vacío escribiendo igual que me alimento leyendo.
En cambio, luego, salgo libre a la calle con todos mis esfuerzos para mezclarme con la vida y tengo poco que ofrecer y siento hambre enseguida, como Lorca, de medio pan y un libro. Gravito entre los demás desvestido e inerme con el ansia de cultura y de placer en los labios, en las yemas de los dedos cuando alargo la mano. Busco como un ayuntamiento carnal con los demás, indescriptible, único, para poblar mi propio mundo.
Soy de esta manera fácil y pobre, mucho que pedir y poco que ofrecer. Hasta la historia que tengo detrás tiene ya bastante extensión, pero como dije es simple y trasparente, enlazada como lleva cualquier mujer el lazo de un top que roza justo encima de las caderas la concavidad del ombligo.
Viene bien decirlo, tengo poco de todo, no lo que mi naturaleza quiere, siempre ando escaso del pan y el libro. Sigo teniendo –eso sí, ahora que me acuerdo- las mismas dudas que he tenido siempre; sigo queriendo inagotablemente sin acabar de leer la última página del libro que supe escoger. Desde ahí poseo, sin embargo, una incalculable riqueza para desprenderme luego de ella. Pocos recursos materiales y sociales y en cambio necesidades desmedidas para un continuo intercambio, sea cual sea la línea atrevida que haya tomado.
Por eso escribo, por eso esta cuartilla doblada en plena plaza pública siempre pide y ofrece lo mismo: pido medio pan y un libro, la mejor manera que tuvo un poeta, y ofrezco las únicas certidumbres que he robado de la vida en la tranquilidad de cualquier poema. Tengo así mi modo como de hablar sólo pero que desde lejos noten lo que quiero; el miedo que me produce que se acabe la tarde, que se me termine la vida con los libros que tengo todavía por leer.
Una manera muy cierta y muy personal a que la sociedad no me note, la que ofrece esos beneficios comunes pero que no suponen un esfuerzo propio. Yo estiro de mis posibilidades porque ya son muchas veces que los demás las han necesitado. No lo sé, cualquier amigo, cualquier mujer. Me notaron de lejos que con las palabras aportaría un cierto orden: primero los espejos desde donde poder mirarme para llamarme; luego el intento de llegar hasta la piel donde suele apoyarse lo mejor que tenemos, por ejemplo en mi caso cosas que cuento aquí muchas veces, que me suceden, que acortan mi camino pero siguen pidiendo sitio a quienes me quieren.
De eso se trataba: medio pan era poder estar un poco más y el libro para poder seguir con los ojos abiertos aprendiendo de los demás. Ocurre ya a cierta edad, te das cuenta como dice el poeta “que la vida y los libros/son brazadas de un mismo nadador”, que los poemas, es fácil de entender que me hicieron como soy.
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10 comentarios:
Fran: Sólo aquel que ama los libros, puede entender lo que tú nos cuentas aquí, en esa forma emotiva y a veces, atrevida, que tienes de narrar. Y yo voy tras tu palabra, mesmerizada, casi tocándola, casi tocándote.
Los que amamos los libros, sabemos que poseen un aroma que no lo tiene, ni la más bella flor. Aspirarlo es embriagarse, perderse en él.
Qué hermosa forma de decirlo, la de Lorca, medio pan y un libro. Un libro "para que mi alma no muera"...
Por ello, tu alma permanece siempre viva, alimentada y eternamente, saciada.
Recibe mi abrazo, desde tan lejos, pero siempre, muy cálido, mi querido Fran.
BB
Sabes, BB, que además de amar los libros como tú, dejo atrevidamente que las palabras me ayuden a explicarlo. Para que se pierda alguien conmigo, cálida -eso haces tú- aunque estés tan lejos.
Siempre noto cerca tu abrazo para poder devolvértelo.
Apreciado Fran : ¡cuantas emociones despiertan tus escritos!
Me relaja venir a este rincon de emociones y saciar el hambre que despiertan las letras.
Hoy ,estoy pasando un mal día y tu medio pan y un libro ,son la medicina que tomaré durante unos días.
Un abrazo.
Ana
Que mis palabras y los libros sean el pan que necesitas para que acabe siendo mejor tu día junto con mi abrazo.
En este rincón siempre hay sitio para ti.
Mi queridísimo que sea un beso entero, admirado, entregado, iluminoso como el mar que nos acompaña. Que sea con ese libro que siempre llevamos en la memoria. Que sea siempre tus palabras confortabilidad para quien siempre que pasa a tu lado, se detiene para buscar poema y compañía.
María
Viniendo de ti, estoy seguro de ello, María.
Y como siempre a tu compañía le ofrezco la mía, la más confortable de mis palabras para que te detengas a mi lado.
No se con quien quedarme, si con los libros,o con vos,aprendes a defenderte de la soledad q quiere atraparnos y seamos sus prisioneras, y permaneciendo encerrada en el pasado, ya todo tuvo sus momentos, de llenos de alegrias y tristezas, y albatares q nos hizo luchar por no cometer màs errores... paso,y hay una hermosa compañia, releer.
Soy adicta a repasar temas ya leidos, porq en su dia y momento nos dio la vida.El derecho a defender nuestra libertad, aunq no nos quieran como compañera, q dificil es hacerse entender, pero ya pasada la`primera y segunda etapa , en la tercera se lucha o mejor dicho se pasa de todo comentario..ya con nuestros limitaciones tenemos bastante... y si no te entienden, peor para ellos, no me preocupa.Me gusta liberarme de los q quieren pasarse a mi terreno, ya bièn pocos, aconsejan y despues añaden.. ya tu haras lo q quieras.yo creo q nacieron para banqueros y administrativo de bienes y virtudes .... Como bièn dices ,con medio pan nos sobra. hay q mantenerse vivo y escaso de grasas, con los libros ya el alma se siente màs q acompañado y hace q recalques sobre sus narraciones.
Besos maria dolores.
Otro beso, Fran querido.
se me olvido firmar a pié de página que te lo manda yo, el beso
María
Pues quédate con ambos, María Dolores, conmigo tendrás entre mis libros caminos para enriquecer entre tantas palabras una especial manera de olvidar los errores porque si son un pasado, pasó como tú dices.
Es bella esa forma que tienes de releer y de afrontar las distintas etapas que tiene la vida. Yo te entiendo, no lo dudes y me parece además que hay en ti más que bienes y virtudes una gran sabiduría, que te acompaña y me acompaña.
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