Las palabras son mis utensilios, se nota mi fragilidad y al mismo tiempo mi deseo, luego pido la misma moneda a cambio, ¿Cómo estás? Y yo lo explico. Se me va ya haciendo curva en el pasado y busco en este sentido de la interrogación el mejor sentido que le puedo ya dar a un cuerpo tan imperfecto. Quiero solo eso, tener cien años menos, convencerme que estar casi del todo bien es como llevar una prenda deliciosa que deja ver una madurez hermosa y fatigada, pero trasparante muy dispuesta sin embargo para quién sepa preguntármelo; sentirme entonces muy propicio al largo beso, a la complicación de las bocas que pudiera volver a tener, siendo más joven.
Normalmente no me quejo de nada, no me duele nada porque el dolor es un misterio, una nadería, una forma de ocuparte cuando no tienes quién te pregunte, sino por el dolor –que merece un protocolo aparte- sencillamente por cómo te sientes, cómo vas llevando tu biografía. Nunca quise que nadie se sintiese responsable de nada de lo que hice en esta vida, sólo tiene un causante, un cansancio cansado y elegante, no sé, cualquier cosa, parecida simplemente a una mala tarde.
Pero insisto quiero tener mucho menos de cien años menos, conversar con alguien que se ocupe de mis centímetros favoritos, los tengo bien situados y medidos, persisten, se mantienen mejor que una sonrisa, más tiempo que una erección. Yo mismo tengo una religión para mirarme, calculo la respuesta de la carne, su claridad y su validez; me voy quedando tranquilo todas las veces, pero esa tranquilidad yo sé que proviene de un pasado difícil.
Necesito que sepan de mí como un post permanente que respondo a veces hasta cuando el servidor de correo transmite que ha tenido un fallo, que no ha podido mandar el mensaje, y yo insisto, lo mando por las otras direcciones. Contesto nada menos cómo se siente mi piel, cómo mis gritos, el color de mis fístulas con el TAC incluido.
No tengo otra manera para decirlo: hasta cuando me marcho fuera no llevo maletas, sólo una bolsa con trocitos de vidas anteriores y quince arrugas nuevas en los ojos. Pero soy capaz de apartar de la vida lo que no me conviene y si me dicen ¿cómo estás? imaginar que contesto a la pregunta mirando obscenamente al menos dos minutos y medio, más o menos, lo que dure la pregunta.
15 comentarios:
Tendrás como obsequio cien años
menos. Los mereces, son tuyos.
Con tu amor a la vida, ella te
oompensará. Eres valiente, tu
fuerza vital es evidente. Eres
capaz de mirarte, sin temor y
esa es tu fuerza. Das amor y te
es reciprocado con creces.
Entre esos afectos, está el mío,
que tal vez, pase inadvertido,
pero es muy grande, imposible
de medir o de pesar pero que sé
que habrá de durarte todos esos
cien años menos que la vida te
regale. Tenlo por seguro. Es
para siempre.
Eres un hombre hermoso, Fran.
Un beso
Baby
Fran querido, ¿Cómo estás? yo te conozco con los sentimientos asombrados y pulcros, eres un hombre bueno, enamorado eternamente de la palabra y el gesto elegante.
Te abrazo,
María
¿Te habia dicho que me importas?
Lo reitero, me importas mucho, en extremo, TE QUIERO.
Un Hoy bien vivido hace que cada Ayer sea un sueño de felicidad y cada Mañana una visión de esperanza. Te mereces toda una vida de mañanas preciosas.
A tu lado,el tiempo se mece,pasa dando suaves golpes en la cara y cincela las arrugas,llenas de sabiduria y prudencia.
Te aprecia.
Ana
Cien y doscientos , y como sigas así nos veremos en la cripta , tú con tu casaca raída y yo con el vestido harapiento de cuando nos enterraron ...
y bailaremos como dos vampiros que ignoran a los mortales.
Hala, que te cuides.
Besos.
Gracias por tu obsequio, por merecermelos, Baby, esos cien años mednos que necesito. Y gracias por tu afecto, nunca mientas en esos negociados del cariño.
Y saldré a la calle bien contento porque me has llamado hermoso.
Un beso hermoso, cómo no.
Qué buenos adjetivos, María, a mis sentimientos: "asombrados y hermosos". Y bien que tienes derecho a decirlo porque me conoces, me tuviste bien cerca para enseñarme tu belleza.
¿Hablabas de elegancia?
Mi abrazo, no menos.
Nunca dejo pasar un te quiero. Si no lo habías dicho, hiciste bien en decirlo de nuevo.
Importar a alguien es lo más valiso que existe.
A ver, a ver, Ana, como es eso de "cincelar las arrugas". Me dan mucho trabajo cada veinticinco años.
Me consta que tú debes estar ya muy bien por tus palabras.
Un beso cincelado.
Leo, y releo tu respuestas, Ryes, porque siempre son fuente de sabiduría.
¿Dónde quedamos para bailar como dos vampiros? Dame bien las señas, que acudo y te busco.
Me seguiré cuidando y tú leyéndome y yo leyéndote.
Si es tu gusto, nada hay q comentar, solo una pregunta¿ Quieres retroceder o un espacio para reencuentros? Te otorgo los deseos. La verdad q a veces la vida ha sido tan intensa q me pregunto ¿seria capaz de volver a empezar? Los tiempos cambiaron y creo q la lucha es aun màs extensa, y volver a empezar sin la sabiduria obtenida, quièn se
atreve? No me apunto.
El seguir amando de la forma q sea es màs q suficiente, con multiples fracasos, lo mas dificil es seguir amando apesar de las bofetadas recibidas, serà porq el amor se arrincona y cuesta sacarlo a la luz, una lucha constante. Tù repartes una sonrisa junto a la mirada q quiere traspasar y alli te espera.
¿Como estàs?
Besos maria dolores.
Hay frases sublimes en tu escrito... centímetros y centímetros, ahora algunos de colores, de palabras que se transforman en acciones en el pensamiento.
¿Cuántos años quieres tener hoy? ... Pues los tenemos...
Un abrazo.
Precioso post, pero tu eres adorable con todos los años minutos y segundos que llevas en la piel.
Que cómo estas? Es una tonteria preguntarlo a veces, tú estas pleno...
Gracias, Bambú, por encontrar frases en mi escrito -como dices, centímetro a centímetro- que sirven para contaros un poco a todos cómo soy, cómo es mi pensamiento.
Pues si tú dices que soy adorable, Esperanza, déjame que me acerque, segundo a segundo, y pueda alcanzar la plenitud a tu lado.
¿No la notas? Yo sí.
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