Hace ya demasiados años, de la mano de un sistema operativo MSDos me situé delante de un ordenador, aprendí su manejo y lo enseñé, a niños y mayores que no querían quedarse fuera de ese mundo de la red. Tengo ya demasiada longitud de horas, de calcular el diámetro perfecto entre las palabras de un diálogo como si fueran las yemas de los dedos en los pechos de una mujer. Que he ido llenando paredes de una casa para obtener los amigos que no me fallarían; páginas sin leer pero ojeadas a conciencia, profesionalmente; apartados de los libros con su piel y con su tacto, con las páginas con la autoestima más alta de aquel que las escribió, para soñar con ellas, para oler su misterio, su interrogante permanente, la extrañeza de un instante.
Por eso me voy a quedar fuera, Doña Carmen. Preferiré mil veces por qué dijo que sí a que viera la luz una novela. Me he hecho adulto primero y luego viejo con los libros en la mano, pasando sus páginas como un pomelo reventado en la vieja butaca de cuero con un acomodo carnal de lo más confortable. Una butaca que es ancha y agradable, acogedora como un gran hogar, con el libro entre las manos mientras descubriendo entre sus páginas modos de amarme que nadie conoce.
Me gusta más el libro, me gusta tanto el libro que la madurez me parece no aprender casi con ellos, es una especie de nostalgia quieta, un contacto tan cálido que nunca me lo puede dar ese chisme electrónico, con 500 novelas dentro, sin que le roben el sitio a mi casa casi entera, si que se queden la piel que puse en ellos, tomo a tomo, casi un pantis pegajoso a medida que los pasos de mi vida iban con ellos, dilatados en los muslos, alternados al andar y mira que me cuesta caminar.
No, mítica Balcells, dices que el futuro no te ha borrado ya al formar parte de “Leer E”. No, Doña Carmen Balcells, no me vas a quitar el gusto por cuatro días que me quedan, de esta misma mañana en que voy a cambiar la mirada hasta el mar en la bella terraza desde donde casi lo alcanzaba, por entrar de nuevo en el libre sendero de mi librería, me notarán enseguida como si llevara en la mirada, como revuelto y sin ropa mi propia apasionada manera de ojear los libros.
En la puerta dejaré hasta la edad que aparento, entraré sólo con un poco de ingenio para rozar a la vez las páginas de cualquier libro y las manos de una mujer, su frecuencia, me parece que sus caderas nuevas, la convivencia que teníamos antes de irme este verano, la que suscita el descuido, una liturgia que tenemos ambos como pasar las páginas de un libro que nunca dejaré de hacer como si fuera a la vez mi daño y mi placer.
8 comentarios:
Celebro que prefieras pasar páginas, porque es verdad que hay un placer físico en ello.
Yo leo los libros como hago un poco todo, sin orden ni concierto y hasta es posible que los dañe al doblarles las esquinitas , aunque tenga 45 marcapáginas, cuando quiero pararme no encuentro ninguno , así que lo marco de por vida, egoísta, impúdicamente .
Te das cuenta??
Es un reflejo de cómo somos y lo que hacemos .
Haces muy bien en seducir a la librera, al libro y a la madre que los parió a ambos.
Y seguir leyendo como si leyéramos la vida .
Un beso, Fran .
Gracias por ese comentario en mi blog .
Me ha hecho el mismo efecto que un rayito de sol directo al corazón.
Gracias a ti por todo lo bueno que me diste. Todas las personas tenemos muchas veces como con los libros, esquinitas que doblar para que no las vea nadie, sólo nosotros para saber donde nos quedamos.
Leeré el resto de mi vida pasando páginas, oliendo a libro, queriéndolos como a una amante que no me decepcionó nunca.
Gracias por tu respuesta.
Un beso de hoy jueves por la mañana.
Tu texto siempre exquisito y profundo, como ese sentimiento con el que escribes todo. Tu teclado no es más que la extensión de tu alma.
Bienvenido a casa, Fran... bienvenido a mi mano, de nuevo, aunque nunca la he soltado.
Bolboreta
Jamás un texto tuyo, Bolboreta, llegó desde tu tierra maravillosa más a punto, más cierto, más valeroso.
Ya lo sé que desde que se creó este blog es tuyo, de nadie más. Todo quién llega con cariño recibe la respuesta del mío, pero en tu caso hoy cuando ni una letra habíamos cruzado, tu bienvenida a casa, tu vuelta, no puede ser más hermosa y más necesaria.
Gracias, de tu mano, desde tu beso al mío.
Sólo aquellos, quienes amamos los
libros, que los tocamos y nos
sentimos parte de su mensaje
escondido en ellos, sabemos lo
que dices.
Los amé tantísimo, desde muy pequeña, cuando se me abrió este
mundo fabuloso y fantástico para
mi. En él me encerraba y en él
era capaz de todos los milagros,
de todos los sueños.
El olor de ellos, si textura,
su delicado sonido, al doblar
cada página, me producían un
placer difícil de explicar.
Tú lo conoces.
Les decía a mis padres: si muero
quisiera que en ese otro sitio
que no conocemos, sea yo bibliotecaria, eso, si Dios,
fuera magnánimo, si Él me quisiera.
Mis libros: mi tesoro. Temo
prestarlos, porque jamás regresan
y eso es, casi, como perder a
un ser que amas.
Sí Fran, nada como pasar las
páginas, nada como tocarlas,
como sentir ese placer que
se nos hace tan inmediato, tan
íntimo, tan nuestro...
Un beso, Fran
BB
Me alegro, BB que compartamos el amor a los libros y la delicia de pasar sus páginas. Es un mundo inolvidable e insustituible.
Beso
Los libros, amigos inseparables, q con delicadeza, alterna nuestra inquietud por ir a un mundo q sin tregua aguarda la espera de compartir nuestros sentimientos, entregamos el dolor y los deseos de ser amada, de analizar el porq tropezamos màs de una vez,queremos en sus letras encontrar el consuelo o la inquietud de volver a empezar amar.algunos los repasas una y otra vez y cuando se siente la soledad recurres a el. no se el porq, hay quien plasma la vida y entrega , en ese caminar insesante y no los olvidas,hay momentos q sin querer recorres a sus letras mil veces si fuera necesario.
Doña Carmen, estarà al dia, los pisos pequeños....sin màs comentarios.
Besos maria dolores.
Con los libros, María Dolores, lo he compartido todo, más diría, han sido mi vida, me lo dieron todo, y por eso defiendo y defenderé siempre la tersura de sus páginas, casi el crujir, su sonido.
Me algro que sean tuyos también.
Un beso de Fran
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