viernes, 5 de noviembre de 2010

HE DESCUBIERTO, SIN MIRAMIENTOS


Con esa placidez a deshora que me viene a veces donde me quedan restos de cuando estuve bien, escribiendo aquí, o en cualquier sitio público sin miramientos. Sigo, pues, escribiendo en una especie de búsqueda y de testimonio de una continuada lectura de un libro de cómodo y pequeño formato. Y al hacerlo, me siento cada vez más convencido que tengo una vocación de hondura para poder contarla luego. Es mi ruido de fondo, el eco de mi fiesta; es mi atracción y la que brindaré gratuitamente, sin pudor alguno.



Pero ya son muchas veces las que lo he dicho, me estoy cansado de hablar de libros, para contar los que leo como una especie de imprudencia. Voy a ver si por fin, leo para mí solo, o para alguien que me siga siempre; voy a leer de las dos o tres maneras que sé hacerlo: la de lápiz y libreta, casi siempre; la que encierra esa inevitable promesa para inducir a leerlo a alguien luego; la simple, la sencilla, la relajada de la sala o de la cama, yo que sé, dónde me pille, a veces con frecuencia en algún ambulatorio donde no lee jamás nadie.


Ya está bien. Tengo el cansancio que tienen a veces los poetas pero sin ser capaz de escribir ningún verso. Los post que cuelgo en mi blog ya no me importa si nos los lee nadie, yo los escribí con la seguridad de tenerlos dentro, como dije antes, sin miramientos.


Pero voy notando entre libro y libro el temblor de mis tejidos que envejecen a conciencia, hasta a veces con reacciones de cuerpos extraños en antiguas cicatrices en las isquiotibiales. A esa piel bien curtida que traje de la vida, nadie supo estrujarla con una palabra completa, rotunda, bien dicha, de esas que no admiten dudas.


Me gasta la vida y me viene gastando ya demasiado Internet, con voces que debieron llamarme antes. Yo vengo desplegando junto al hábito sedentario y hermoso de la lectura, el de la petición y el acercamiento, como advertí, sin dudas, y carezco de él. Son muchas veces las que lo supe todo y lo admití todo sin tener en cuenta que luego viene el cansancio que nos viene a los adultos de la vida creando espacios huecos, que en el mismo lugar debieron estar llenos.


Me duelen cosas que no le dije a nadie, me duelen cosas que acepté siempre; echo en falta barbaridades que tampoco me hizo nadie, lo mejor que repartieron para otros, no sé si con más merecimientos, pero con menos paciencia. Me urge ya un presente mucho mejor, antes de dejar esto: ni la reseña de un libro, ni copiar unos versos, ni soñar con un beso. Me urge lo que urge, lo que aprieta, lo que no engaña a nadie; necesito querer sólo a quién me quiera de verdad sin decírmelo quizá jamás.


Sin haber tenido nunca afición a la fotografía, qué permanente es el flash del momento, deja en tu retina, la hermosura de quién ofrece su belleza gratuita y generosa sin llevar nada puesto sino una verdadera gratitud o la honradez de dejarte pasar de largo que es otra forma de ser generoso; o de llamarte en todo caso, hablarte un rato y luego yo seguir en mi butaca de siempre y para siempre, leyendo, buscando de una vez esa placidez a deshoras que comentaba al principio y que no me la da nadie.


Ya va siendo hora que cierre yo puertas que siempre tuve abiertas. Es un derecho al descanso, aunque sea para lo que sea, ni tan siquiera quiero volver a ver a ningún médico que observe mis cicatrices de antaño, cuando todavía me quedan actuales por falta a veces de un calor humano que sacie, que reviente por todas las partes de mi viejo cuerpo.


He dado demasiado placer en muchas ocasiones, en demasiadas páginas sueltas, en correos que se leen sin fijarse del todo en la exigencia que tienen, el vicio que llevan. He hablado demasiado de libros, de todo, y es como enseñar la piel con el paso de los años y la ropa cómoda pero demasiado usada.


Ni me cambiaré de ropa, quizá baste seguir leyendo en cualquier sitio el último manojo de versos y no contárselo a nadie. Sin miramientos.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy no entiendo tu post, o me cuesta entenderlo, quizá una no esté autorizada para rebuscar en tus derechos, pero no lo entiendo, por palabras dichas antes, por sentimientos que si se leen en esos emails, a veces cortos, pero intensos y por las repuestas que se han dado, desde dentro, con el corazón abierto y limpio sabiendo que lo que se ha dicho es lo que es y se ha admmitido, deseado y a veces hasta cumplido.

Por eso hoy y quizá por primera vez, no te entiendo. A pesar de eso, sigo creyendo que lo que se da generosamente se recibe en algún lado y ahí queda, puede que callado, pero impreso y sujeto a los tejidos que mueven la conciencia, la pasión y las emociones.

Quizá por eso hoy, no te he entendido.

Un beso.

Bolboreta

Fran dijo...

Lamento, Bolboreta, que no entiendas mi post. Todas mis palabras las dejé bien puestas, con el ineludible derecho a ponerlas, más todavía cuando escribo en mi blog y no hay que utilizar ningún anónimo.

Ha sacado ahora, Google, -como consecuencia de todas las demandas de que ha sido objeto-, un sofware para poder borrar totalmente de la red, todos los correos, los nicks que hayas utilizado, una imagen, cualquier cosa que hayas colgado a través de Internet. No pienso utilizarlo. No me hace falta.

Pero, como antes dije, creo tener derecho, en cada momento de escribir lo que siento y lo que necesito. Que se entienda más o menos depende muchas veces de las ganas de hacerlo.

Lo que di, generosamente, jamás me arrepentiré de haberlo hecho, pero cuando el cuerpo me hiere de nuevo, buscaré esa placidez que me viene a deshoras y como siempre poder hablar sin miramientos.

Un beso, pues. Eso lo entiendo y lo necesito siempre.

Anónimo dijo...

Cruza el silencio la telaraña, tan mortal,del día que se acaba,
camina por el verbo impredecible
de un jardín enamorado
de la guardiana palabra.
Piensa que el cansancio lo percibimos todos pero,los sentimientos tan bellos que llevas dentro dejan la huella que no se borra.
Abrazos.
Ana

Fran dijo...

Colgué mis sentimientos, Ana, y pedazos enteros de mi persona. Me sarisface que lo recuerdes porque es muy cierto. Y puede que el cansancio del que hablas, de esa tela de araña, también lo sea.

Que cada quien se quede...como se quiera quedarse.

Abrazos también

BB dijo...

No sabía que habías regresado a tu Taller y ahora que te veo aquí, me siento como el niño ante una vitrina de coloridos caramelos.
Pero hay una escondida tristeza en tus palabras de hoy, en esas palabras que tienen el poder de conmoverme tantísimo.
Dices que seguirás contándonos, sin miramientos, sin importarte si te leemos o no, solo haciendo lo que hace aquel poeta que lleva versos encerrados en su pecho cansado y no los escribirá nunca.
A mi me basta con leerte. Seguiré tras tu palabra, bella, intoxicante, atrevida...
Y aquí te envío mi abrazo, el de siempre, cálido y sincero.
BB

Fran dijo...

Regresé, BB, porque este taller parte de mi piel como es la lectura, y la escondida tristeza de la que hablas, precisamente no la escondo, la leiste bien.

Mi palabra será sin miramientos y carente de versos -si es que los tuvo alguna vez- atrevida, te lo garantizo.

Gracias por tu cálido abrazo que te devuelvo.

Anónimo dijo...

Querido amigo Fram: tarde pero llegue a tiempo de repasar tus comentarios, la vida es un transito, y en todo momento hay una cosita pequeña, pero cierta, la expresiones q no podemos callar, q seria de nuestra vida si silenciaramos lo q el corazòn nos dice, pero eso justamente es lo q a veces nos pasa, y con la herida abierta seguimos a la espera de otra desolaciòn. Nos queda mucho por recorrer, no pienses q olvido, eso jamàs,pero desde tierras lejanas(como cantaba Concha Piquer) estamos junto a tus escritos y pensamientos.
Besos maria dolores.

Fran dijo...

Ya sé, María Dolores, que no me olvidas, estés en la parte del mundo en que te halles, y que es muy cierto que la vida tras una herida sin cerrar nos trae otra desolación. El secreto está en saber aceptarlo bien.

Besos