sábado, 4 de septiembre de 2010
RETORNO Y PAUSA
He vuelto a lo que llamaba mis comodidades pero alguien muy certeramente me ha explicado que se trata de mis necesidades del cuerpo y del espíritu. Puntos de apoyo que durante este verano echaba de menos, pero los he notado ausentes de una manera especial, de la misma manera que inesperadamente una amiga común, una tarde desde su punto de veraneo me envió un sms con tan solo cuatro palabras: os echo de menos. Eso ya era empezar a recuperarlas. Trivialidades aparentes de una cerveza en una terraza, pero como reclamo de nuestra presencia, los besos de amistad comunes y repetidos pero importantes, vernos, estar un rato juntos de vez en cuando, llamarnos con diminutivos creados por la antigüedad con que nos queremos.
Fue esta buena amiga quien me insistió para que recobrara mis necesidades. He llegado a casa de nuevo con más equipaje que me llevé, pero ni más cosas, ni más ropa, menos libros era ya más difícil. Pero junto a ello me he traído un deseo que voy a cumplir. He ocupado mi tiempo este verano, en la convivencia familiar y la lectura, he escrito poco y peor, pero he reflexionado más sobre lo que escribía, mi necesidad de no repetir al menos por un tiempo mis mismas palabras, idénticos sentimientos, la misma manera de decirlos y responderlos. Me siento orgulloso de ello, pero junto a esa riqueza personal –quizá sea el cansancio, verme siempre el mismo rostro- necesito provocar en mis escritos una pausa, un reposo, un punto y aparte, un ahora vuelvo.
Mi tiempo lo he absorbido –eso sí, creo que brillantemente, hasta ahí llega mi orgullo- en trasladar a los demás (conocidos y amigos a quienes les aviso que otra vez está en la red www.acercatealoslibros.com) y ese boca a boca desconocido y abundante ya de quienes pinchan esa página y yo nunca sabré quienes fueron. Me ha permitido esta presunción comentarios por correo a mi página con un tono literario y a la vez cariñoso de incalculable valor. Hasta una catedrática de latín ha calificado mis recomendaciones como “ánimos” y que “reconforta saber que estás ahí, leyendo para compartir con todos los que te seguimos.”
Este es mi punto de descanso, es mi única razón válida para colgar algo en la red: mi lectura y al comentario ajeno cuando llegue saber mezclar en mis pequeñas referencias literarias todo lo que siento, lo que me cuenta aún la vida y no sabía y me he estado atreviendo a escribirlo. Mi pausa y mi tiempo van a estar ahí, quizá un día aparezca de nuevo aquí hambriento del cariño ajeno, sobrado en mis planteamientos y hasta en mis propias respuestas que a veces eran excesivas, festivas, como un escritor con genes propios se atrevió a decir con razón, rompen el tono de la pieza triste, de la soledad mal llevada, de posibles riquezas acumuladas, efectuado por ti mismo.
Me vais a permitir que mi cómodo retorno a necesidades inevitables, como he dicho, del cuerpo y del alma, lo ordene un poco en casa, donde hay demasiada abundancia de lo que no merezco.
Me vais a casi a dejar o a ayudar en la difícil tarea del esfuerzo del lenguaje. Ya sabéis que primero busco el ajeno abundantemente y luego con el propio mezclo sentimientos, hasta hondas vocales y comunes metáforas. Intento siempre como un cálido encaje de anatomías entre las palabras, me duelen ya los pocos años que me quedan por leer. He leído poco porque soñé leer mucho más.
Se me escurren en esos esfuerzos del lenguaje imágenes del amor que acosan mi espíritu porque soy y siempre he sido un hombre enamorado del amor. Se envejece y se madura a la vez con él. Es muy fácil, ante una caricia de menos quedar a cambio con un intercambio de lugar y de sitio con la persona amada para darle tu comodidad para su comodidad.
Os lo advierto. amar casi de viejo, es saber callarse, es tener sitio, haber dejado huella y seguir dejándola de la manera que ahora puedas. Es un acomodo, un estilo que todavía no conoces, un amanecer especial, saber escuchar, dejar de tener razón.
Retorno y pausa o cambiando el orden de todo y ante todo lo que me voy encontrando, dedicar mi tiempo más plenamente para que me puedan volver a decir muchas veces casi en una lengua que siempre quise saber y no fui capaz de aprender: que reconforta saber que estoy leyendo.
No me voy de ningún sitio y menos de donde ha sido mi privilegio, simplemente saber que estoy en casa leyendo.
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6 comentarios:
Bienvenido a casa Fran querido. Lee para luego contar lo mejor de los libros, las líneas rectas con punto y seguido. No dejes de pasar las páginas con tacto de caricia, de subrayar esas palabras urgentes y necesarias para ampliar la mirada.
Bienvenido siempre querido Fran a lo cotidiano, a lo nuestro, y cerca el mar por si acaso hay que echarle un requiebro como el que no quiere la cosa, una palabra y un beso.
María
Siempre un retorno es agarrarse a lo q en sì dejamos aparcado, pero no en el garaje del olvido, si en ul lugar de privilegio y a poquito con el plumero le retiramos el polvo...acertada es la vida q creamos y acomodamos a nuestra persona, sin dejar de compartirla de forma gradual, para no sobrepasar los limites, el amor por lo q nos rodea es inevitable, alcansar metas q apesar de las obtaculos saltamos con la presteza del q nunca arrincona , lo mas hermoso, el amor por vivir y compartir.
Besos maria dolores.
Lo que pides que haga, siempre lo hago y es lo que seguiré haciendo, María. Cerca del mar, como dices "por si acaso hay que echarle un requiebro."
Siempre estaré en mi página de los libros.
Un beso
El olvido de este privilegio jamás se producirá, María Dolores, , acertar en la vida, establecer bien los límites no es tarea fácil, pero nunca olvidaré la parcela de hombre enamorado que aquí he compartido.
Besos
Como hombre enamorado del amor, es así como yo te conozco, es así como me gusta leerte, cuando con tu hermosa palabra, nos acercas a él y se hace cierta su eterna maravilla.
Que lo cotidiano, o la obligada pausa, no le ponga cerrojos al sentimiento.
Un beso, Fran
BB
Y ese hombre que dices conocer, soy, BB querida. Creo que no sé escribir más que de dos dos cosas; de libros y del amor. Eso me lleva a la comunicación, a haber sido generoso con mi sentimiento y no haber recogido demasiado fruto.
Puede que tú fuiste la única persona que lo ofreció sinceramente. Perdona, no lo supe recoger.
Hasta pronto. No me marcho. Un beso de pausa.
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