Me pregunto cada vez más veces si me queda ya retorno en las palabras, si interesan a alguien, si se entiende que sobre todo busco un hedonismo armonioso, una paciencia que cuento pero que hay que alimentar de la incertidumbre de lo propio y de la que encontramos en lo ajeno. En el fondo cada vez es lo mismo, me gustaría esa intensidad tan especial a todas horas como un vals de la vida que bailas sin cansarte y sin cansar, una especie de lentitud luego del coito con la vida con todas las partes del cuerpo por pequeñas que sean.
La paciencia también es el precio de haberte equivocado tantas veces, la resaca de la noche al despertarte que se espabila a la vez con mi sistema nervioso. La paciencia tiene fijo un lugar en mi cuerpo, un altar de sacrificio, una inalterable necesidad de vida adulta, mi manera de sentarme o de permanecer de pie y caminar. Hasta llegará a ser si sigo escribiendo sobre ello, la figura de un hombre con forma de querubín rodeado de amadisis, de novias desnudas, como un amante antiguo que es capaz de arrancar el placer del otro en el momento exacto y sin esfuerzo.
Pero no me quedaré desnudo de incertidumbre, de saber qué viene luego para esclarecer toda cosa complicada y problemática. No quiero dar la imagen de hombre quieto por muy quieto que tenga que estar, tengo un afán afásico de gozar la vida y para eso necesito la inquietud hasta de mi propio entendimiento. Y por eso empieza a dolerme demasiado que alguien confunda mi paciencia, mi silencio a veces, que rehúya necesariamente el movimiento con que no busque todavía de la vida como ese cuento excepcional que todavía no hemos leído, un viento para violar la piel, hasta me atrevo a decir que metidos en el amor, llegar a algo exagerando la curiosidad y la indecencia.
No quiero que se me haga tarde, que se me haga más tarde. Necesito que me espere alguien siempre como una simiente aún, una aventura, la gruta de unas axilas con unos presentimientos aún gozosos. Me bastará –pido poco- que me miren con cariño para que mis engranajes funcionen, para que mí paciencia sea válida, utilizable y mi incertidumbre con la misma inquietud que puede tener un beso, el caminar de una mujer con sandalias de tacón alto, vaya donde vaya el improvisado placer que parece que si uno da rienda suelta la vida lo tiene todo calculado.
Pues si es así, y están ambas apoyaturas a mi alcance, prometo subir las escaleras con más seguridad, casi con la elegancia que puede darme la mano firme de una niña dueña de un cariño consistente que hace sentirme precisamente consistente. Quemo mis dedos, y las palmas viejas de mis manos como si aún me quedara por escribir en este bloque de hojas propias lo mejor de mi vida. Quemaré si es preciso para demostrar mi paciencia y mi incertidumbre mis dedos en el fósforo que puede tener una cintura querida; gastaré mi consistencia lo que haga falta con besos con forma inquieta, igual que mis palabras; iré contando más o menos cosas porque lo demás ya lo cuenta el cine de los ojos quietos en otros ojos.
Escribiré, ahora que pienso esas cartas tan íntimas y tan desvergonzadas con chasquidos de sexo que se abre, con sonidos que llegan desde dentro de alguien y que acaban siendo propios. Haré historia de mi pobre historia pero eso sí como un cuerpo profundo cruzado de pasado y lleno de las dentelladas que da la vida en las respuestas.
Más o menos, para que no se sepa de mí, qué es lo uno y qué es lo otro de lo que titulo como paciencia e incertidumbre. Escondidos los hilos de las cremalleras de los quirófanos donde estuve, enamorado del analgésico sorprendente de lo profundo que sepa darme alguien. Como un dibujo que acabo de ver o una imagen que siempre me cautiva y sorprende: ella se cubría con una camiseta sólo para tapar un instante el desnudo, el sujetador no existe, una zona abierta y desdibujada de los muslos para que el cuerpo recuerde su memoria de cuerpo pausado y exigente en su dominio.
10 comentarios:
Querido Fran;
que se haga demasiado tarde es algo que suele ocurrir .
Pero sabemos que el tiempo es relativo, la siguiente revelación será que nosotros lo inventamos.
Y si es así, fíjate qué cantidad de cosas nos da tiempo a hacer todavía.
Un beso de medianoche.
Inventaremos, pues, cada uno nuestro tiempo y veremos a ver si lo qué conseguimos es acaso mejor que lo que tenemos.
Un beso de amanecer
Si, claro que queda retorno en tus
palabras y siempre nos interesan,
nos llegan. Hoy, las mías, huyen
como pajarillos asustados. Trato
de asirlas y no puedo, no hoy.
Hoy no puedo decirte lo mucho
que me conmueve lo que dices.
Hoy no...
Me alegro que mis palabras interesen, lleguen, conmuevan y las tuyas ahí quedan.
Un beso
A todos llega esa incertidumbre, por averiguar q hay tras la etapa, q sentir cuando el caminar es solo un trance de la vida, la acumulaciòn de sensaciones, q solo el pensar en ella nos da parte de la vida.
Besos maria dolores.
......Luego del coito con la vida
Tremendo lo que escribiste la paciencia del coito la relación que tenemos con la vida Te siento enlazado con ella en búsqueda de vos mismo en caminos que no encuentras y entre la confusión de tus pasos te vas lamiendo y esperando la espera de la paciencia envuelta en vos mientras seguís buscando?
¿me equivoque?
Lo mío no puedo contártelo es un secreto entre Mucha y yo...La gracia es descubrirlo Y cuando lo descubras ponele un nombre y vení a contármelo con letras..................................................................................................................................................................................................................
besos desde la mañana
Voy bebiendo tus palabras, una a
una, con ese deleite que despiertan
en mi, con el mismo asombro de la
primera vez que resbalaron por mi
piel, recién descubiertas, recién
encontradas.
Son siempre hermosas, a veces,
tiernas, otras cargadas de esa
incertidumbre, que no debe ser,
que me entristece.
Amas el amor, y lo haces credo.
Amas a la mujer, y la haces reina.
Cómo no amar, entonces, tus
palabras, como no extrañarlas,
esperarlas?
En tus palabras hay un hombre,
a quien no vence el tiempo,
capaz de bailar ese vals con la
vida, con la suave lentitud,
de aquel que sabe llevar el
ritmo, sin apresurarse, pero
con gracia, con ese exquisito
savoir faire.
Un hombre...
Pues lleno de esa incertidumbre escribo yo siempre, María Dolores, y la acumulo, no soy capaz de frenarla.
Un beso y más calmado
Cierto, Mucha, bien lo leiste y lo entendiste: mi búsqueda, mi confusión, mis pasos, mi paciencia. No, no te equivocaste porque leiste con detalle mis palabras.
¡Vaya con tu secreto! Habrá que averiguarlo y ponerle nombre.
Besos cerca de la madrugada.
A ese comentario anónimo he de darle las gracias por algo especialmente: que te gusten, que sigas mis palabras como la primera vez.
Amo el amor y si tal es, amo a la mujer y contra el tiempo lucho y lucharé con una oculta juventud.
Un beso
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