TAMBIÉN ESTO PASARÁ
Ya en la feria de
Frankfurt el éxito de esta novela, antes de que la publicara Jorge Herralde en
Anagrama, fue extraordinario, adquiriendo varias editoriales derechos de
traducción previamente a su aparición en las librerías españolas. Se trata, al
mismo tiempo que su autora, Milena Busquets expone en su novela un retrato muy
fiel suyo como ousider hay una declaración de amor muy bestia hacia su madre,
Ester Tusquets, fallecida en 2012.
La novela a la vez y de
ahí su éxito y su atractivo tiene indudablemente la huella de la Sagan y de
Colette. A algún crítico le he leído que "También esto pasará" es una
especie de sendero" que se te abre en cuanto empiezas a leer. Me gustó
mucho el libro precisamente por eso, me lleva de la mano a ese mundo de Milena
en el homenaje a su madre.
Es un testimonio de
belleza propia y sentida hacia su madre muerta. Su mundo también es geográfico,
Cadaques, lleno de amor y sus conflictos que acaban bien. Todo ello deriva en
una gran novela intensa y poderosa que ha lanzado a su autora a la fama de
improviso. Amor, sexo, complacencia con los hombres que pasaron por su vida.
"Lo contrario de la muerte no es la vida, es el sexo." Pero no lo
olvidemos junto a todo esto su coloquio oculto y angustiado con la madre muerta.
Gran novela, ligera, estilosa.
LOS LIBROS
REPENTINOS
De Pablo
Gutiérrez (Huelva, 1978) dicen que iba para periodista pero se curó. Ahora
enseña literatura y desde su primera novela “Democracia” se convirtió en uno de
esos novelistas de hoy que todavía no ha dejado de ser de hoy. Es un gran
escritor. Sigo su obra y por lo tanto su última novela “Los libros repentinos”
fue a mis manos enseguida. Tiene una prosa poética, yo diría que todo seguido,
que se inventa una historia y no para con ella hasta dejarla hecha una gran
novela. En esta última, Doña Remedios, una anciana mujer de la postguerra,
recibe casualmente, tras la muerte del marido, una caja llena de libros por
error. La anciana en lugar de devolverlos, toma uno al azar y se pone a
leerlos. (Baroja, Azorín, Pérez Galdós, Ortega y Gasset, Clarín). Eso hace que
al final de su lectura se convierta de ser una señora de un barrio proletario a
una agitadora social en los tiempos que vivimos. Reme al convertirse en
otra persona tras la lectura de los libros repentinos recupera los años malvividos. Con el cambio de
Reme, Pablo Gutiérrez nos muestra una parte de la historia reciente de España.
Asombra en el
libro las maneras que tiene Gutiérrez de contar las cosas. Deslumbra en su
literatura la sencillez y belleza de su lenguaje que ya se vio en su debut como
novelista, hay intimismo, sexo, belleza, actualidad, episodios contados con una
enorme facilidad además.
Parece, como en
el personaje de “Democracia”, que escribía versos en las paredes de la ciudad,
que aquí, leídos “Los libros repentinos”, la lectura de Remedios es la de un
país completo. Gran novela, mejor que las anteriores. Aquí las lecturas de
Remedios son su luto por la muerte de su marido, con su desenlace previsto,
pero con una belleza al contarlos exquisita.
Pablo es uno de
esos autores que yo en su momento descubría que era difícil encontrarlo en las mesas de novedades de las grandes superficies. En este caso sus libros se han quedado en una buena estantería.
SIETE CASAS VACÍAS
SIETE CASAS VACÍAS
De sobra saben
quienes seguían mis sugerencias de lectura, mi pasión por las narraciones
breves, mi seguimiento de un género poco valorado pero que en muchos casos
proporciona literatura de gran calidad. Y que en “Páginas de espuma”
encontramos con profusión y acierto al elegir.
En este caso
Samanta Schweblin, nacida en Buenos Aires en 1978, ya obtuvo en 2008, por poner
un ejemplo de su carrera literaria, el premio Casa de las Américas por su
magnífico libro de cuentos, “Pájaros en la boca”, traducido a trece lenguas y
publicado en más de 20 países. Actualmente en Berlín escribe y dicta talleres
literarios en español.
“Siete casas vacías” son relatos duros, como
alguien ha dicho se te hace bola en el estómago al leerlos, nada de dulzuras
sino enfrentamiento a durezas que trae la vida con una forma de narrarlas tan
profunda que comprendes cada situación de daño. Ambiente onírico, relatos que
duelen y confortan.
Por ejemplo, en
“Mis padres y mis hijos”, un hombre oculta que sus descendientes y progenitores
se esconden desnudos en el jardín con hermoso impudor, sin marco ya del marco
familiar; “Cuarenta centímetros cuadrados” es la narración de una suegra a su
nuera de una historia para que ocurra otra vez; en “Salir”, una mujer sale de casa
con el pelo mojado en albornoz y se sube al coche de un hombre. O en el comienzo del libro, con “Nada de todo esto”, Lola es una anciana que convoca a la muerte haciendo
listas, vulnerable, pero menos que su
esposo, hasta conseguir que se sienta culpable. Su vida son los cabos sueltos que
la habían incomodado. Diría un amplio etcétera de desgastes, repeticiones,
perdiendo derechos y amores.
Siete casas,
siete casas que están vacías, con miedos propios y ajenos, todo poco común ni
normal por los personajes que nos hace desfilar Samanta Schweblin. Cotidiano y
vacío. Libro brutal e íntimo con una escritura pues, como ella dice “escribir es
entrar en el miedo y salir ileso.”.
Como resumen final
serviría las palabras de Samanta: "lo que sé exactamente es la emoción a la que
quiero llegar." Le da igual los personajes, esa emoción final de la que habla
dice que hay que dársela al lector y ya está. “Las cosas pasan alrededor de
las casas….Y las casas quedan vacían por un momento…porque los personajes
intentan hacer algo.” “Donde no hay oscuridad hay un cuento que no empieza.”
Sugiero leer estos
cuentos excelentes que con razón, han obtenido el prestigioso Premio de
Narrativa breve Ribera del Duero.